Nochebuena pobre
Actualizado: Guardaraltan sólo dos días para la Nochebuena y el panorama se presenta triste y sombrío. El dinero nos trae de cabeza y la crisis se ha apoderado de nuestros cuerpos y de nuestra alma. Sin darnos cuenta, se ha roto la invisible barrera del despilfarro y la opulencia para pasar a un estado inquietante y desolador de deudas e hipotecas que inflexibles nos acechan con sus alargadas y amenazadoras sombras. El espíritu de la Navidad ha sido devorado por el consumo excéntrico del capitalismo. La Nochebuena de 2008 será sobria y sin derroches, como las de antes, cuando no existía ese consumismo devorador a nivel popular y sólo los más pudientes podían permitirse lujos fuera de nuestro alcance. La respuesta a ese desbarajuste social impuesto por el exceso de consumo lo vamos a pagar muy caro. Sobre todo, en salud. Las gentes andan de mal humor, encerradas en su concha, y no tienen ganas de celebraciones. El norno no está para bollos. La crisis y sus consecuencias nos están ganando el pulso. Las mejoras nochebuenas han quedado muy atrás. Ya no huelen las calles a pestiños y anises. Ya no se ve esa alegría desbordante y sana de la gente derrochando energías de felicidad con las cuatro cositas que compraban con sus ahorritos y la paguita extraordinaria. Todo era en diminutivo, pero de incalculable valor. Ni la Nochebuena pobre de este año será como eran las nochebuenas pobres de ayer. En mi casa celebrábamos la Navidad por todo lo alto. Los vecinos éramos como una gran familia. Rafaela era el alma de la fiesta, una mujer muy alegre y ocurrente. Una Nochebuena nos fuimos todos a la calle dispuestos a pasarlo bien. Al pasar por el Ayuntamiento, unos policías de gris nos pararon y nos mandaron a casa. No se podía cantar ni armar jaleo. Rafaela se adelanta y le dice al Policía: ¿Es que ha nacío el niño muerto? Felicidades.