Ya empezamos
Todavía no hemos salido de Herodes y ya estamos metidos en Pilatos. Ya habrán escuchado ustedes, como yo, más de una vez el sempiterno e inevitable «Qué ganas tengo de que pasen las fiestas» cuando todavía ni hemos abierto el turrón de chocolate (reconozcámoslo: el único que nos gusta). Pero así somos, y en vez de aprovechar las rebajas que nos van a poner a tiro mientras nos quede algo en la cartera, ya andamos pensando no en lo que nos espera estas tres semanas con las que despedimos el año de la crisis y daremos la bienvenida al año de la crisis contraataca, sino en el Carnaval, quién dijo miedo.
Actualizado:Como todos somos entrenadores nacionales de fútbol, todos lo haríamos todo mejor y de otra manera. Cuando el cartel de la fiesta se decide a dedo, nos quejamos porque se decide a dedo. Cuando se hace por concurso público, porque es natural que de los ciento y pico presentados a todo el mundo le guste otro que no es el que gana. Inevitable. El bueno de Andy estará alucinando con la de cosas feas que se le están diciendo, y no sé cómo le queda a nadie ganas de ser jurado de nada en este país, si luego la sombra de la duda les cae encima fallen lo que fallen. Pero ahí está el cartel, que será papelillos mojados dentro de diez semanas, y que en efecto tiene color, y soslaya con mucha habilidad lo restrictivo de las bases con aquello de poner por narices un monumento de la ciudad (en una ciudad donde hay tres monumentos), el escudo, lo del interés turístico nacional, el patrocinio del ayuntamiento, la fecha equivocable y la publicidad del segundo puente. Que parece que lo que se quiere, desde las bases esas que luego nadie lee, es que el cartel sea siempre el mismo. Con lo cual, claro, luego todos se parecen y la originalidad brilla menos que el exorno navideño de las Puertas de Tierra.
Y que, desde luego, parece mentira que se tenga tan poco tino de anunciar un cartel de una fiesta profana y callejera a dos semanas de la Navidad, que se supone que es una cosa de recogimiento y de familia encasa (ya ven ustedes: soy un ingenuo), y que sólo se nos ocurra a todos que eso tiene que estar preparado ya en verano y no a la carrera. Nos va a pasar lo mismo con lo del 12, tiempo al tiempo.
Es encomiable, en cualquier caso, que se esté intentando reconducir el caos que supone el sábado de carnaval, con la fuga de voces y tipos y la llegada masiva de tipos que todo lo piden a voces. No sé cómo saldrá la jugada, pero es una realidad a la que no se puede dar la espalda. Nos quejamos de continuo que uno de los días grandes de la fiesta las agrupaciones estén cantando fuera (da lo mismo que sea en Sevilla o que sea en Guinea Conakry), y una de las soluciones, lo comprendemos todos los paganinis y lo comprenden todos los cobratinis, es aflojar la mosca y pagarles para que no se vayan. Que luego se vayan es otra cosa, que la picaresca es la picaresca y luego detrás de un antifaz nunca sabes si está cantando el equipo titular o los suplentes de la cantera, pero lo importante es que haya coplas en los tablaos y no sólo copas por los adoquines. Suerte, Vicente.