Bellamy
No todo el mundo guardará memoria, pero somos muchos los que nos acordamos de David Bellamy, aquel botánico inglés al que conocimos por sus documentales sobre naturaleza. Vamos, recuerde usted: maduro, cabellera y barbas blancas, cara de gnomo Bellamy era y es un ecologista integral que, entre otras cosas, nos explicó que hay que salvar a toda costa las pluviselvas tropicales. Pues bien, la noticia es que a Bellamy, 75 años, le han tapado la boca. Ya no hará más documentales para la BBC. Grifo cerrado. ¿Por qué? Porque no es partidario de la tesis oficial sobre el «cambio climático».
Actualizado:Esta historia empezó en realidad hace tres años largos, cuando David Bellamy metió sonoramente la pata en un artículo (Glaciers are cool) publicado por New Scientis'. Bellamy, que a finales de los ochenta creía en el origen humano del «efecto invernadero», había ido cambiando gradualmente sus puntos de vista hasta convertirse en un «negacionista» del «cambio climático», para escándalo de la opinión biempensante.
Desde entonces y hasta hoy, todo ha sido un calvario para este veterano paladín de la reivindicación ecológica. Es interesante porque otros científicos cuyas tesis jamás se han verificado -pensemos en el ya fallecido Carl Sagan- no perdieron por ello presencia mediática. Sin embargo, el «cambio climático» se ha convertido en un auténtico dogma. En principio, se podría estar de acuerdo con el primero de ellos, o incluso con dos, pero la ortodoxia exige comulgar con los tres dogmas. Ahora bien, son muchos los científicos que no llevan tan lejos su fe. Esto, en el mundo del debate científico, ha pasado siempre. Lo nuevo es que al disconforme se le tape la boca y se le condene al ostracismo. En una entrevista reciente, Bellamy decía al Daily Express: «Lo que más me molesta es que hay genuinos problemas ambientales que necesitan atención. Sigo siendo un ecologista. Sigo siendo verde y sigo haciendo campaña para parar la destrucción de la biodiversidad. Pero se van a gastar el dinero tratando de resolver este problema del calentamiento global, y sería mucho mejor usarlo para cuidar a la gente del mundo».
Desterrado por infiel.