La huella de Al-Zaidi

Nunca un par de zapatos dio para tanto. Desde que el pasado domingo Muntadhar al-Zeidi lanzara los suyos directamente a la cabeza de George Bush al grito de «toma tu regalo de despedida, perro», el periodista iraquí no sólo se ha convertido en un héroe para los árabes. También va camino de ser el yerno que todos los padres quisieran tener. Ahmad Salim Judeh, patriarca de uno de los mayores clanes de Cisjordania, ha sido el último en ofrecerse a enviar a Bagdad a una de sus hijas casaderas para formalizar un matrimonio con el nuevo icono del coraje. Por si al-Zeidi dudara de la voluntariosa admiración de la familia palestina, entre todos han reunido 21.600 euros para ayudar a financiar la defensa legal del reportero. Y, de paso, para tratar de superar la propuesta del padre egipcio que el jueves ya se adelantó brindando también a su hija.

Orgullosos del valor de su «hermano Al-Zeidi», en las calles de Ramala o de Jerusalén Este la población fantasea con la idea de erigirle una estatua, hacer un museo para exhibir los famosos proyectiles con suela del 43 u honrar a Al-Zeidi con plegarias a su nombre.

Pero si alguien tiene motivos para estar agradecido al reportero es Ramazan Baydan, que desde hace cinco años fabrica los zapatos «código 271», uno de cuyos pares a punto estuvo de dejar huella en la cara de Bush. No en vano, su negocio ha recibido de repente pedidos que suman 30.000 nuevos pares, una cifra que deja a la altura del betún los 15.000 pares anuales facturados para Irak, y los 1.800 para EE UU.