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LA PARCELITA

Confesores ejemplares

El destino ha querido que la pasada semana rindiéramos homenaje de reconocimiento y admiración a dos personas que han compartido con nosotros gran parte de su vida apostólica. Los dos admirables sacerdotes, uno marianista, el padre Vicente, el otro franciscano, el padre Nicolás. No eran oriundos de nuestra ciudad pero Cádiz, después de su dedicación a los gaditanos, los nombró hijos adoptivos. Los dos dedicaron su vida apostólica a ejercer uno de los sacramentos más en desuso actualmente, la Confesión. Que no habrán oído sus oídos a través de tantos años de confesionario. Hoy, cuando se ha iniciado el proceso de beatificación del padre Vicente y nos ha dejado para siempre la afabilidad del padre Nicolás, es de justicia rendirles tributo de admiración por su impecable labor pastoral.

ANTONIO FERNÁNDEZ-REPETO
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Tuve la suerte de ser alumno del padre Vicente en algunas de las clases de religión que con paciencia y dedicación, a pesar de su dificultad visual, nos impartía en las vetustas aulas de San Felipe de Cádiz. Cuando debíamos confesarnos, entonces con seis añitos, nos peleábamos por engrosar las filas de su confesionario porque las penitencias y reflexiones a nuestras inocentes faltas siempre eran más livianas. También recibí de él mi Primera Comunión en una ceremonia que nunca olvidare. Su beatificación seguro que llegará a buen termino, porque los que lo conocimos podemos avalarlo sin duda como un verdadero santo. Como dije al principio, la casualidad, o el destino, han querido que justo al iniciarse la beatificación del padre Vicente coincida con la perdida del otro confesor por excelencia de los últimos tiempos, el padre Nicolás. A nadie ha pasado inadvertida su labor en ese rincón junto al Cristo de la Vera Cruz hasta pocos días antes de su fallecimiento.

Son dos vidas ejemplares que hemos tenido la dicha de compartir y de las que sin duda todos debemos aprender.