ESPAÑA

El preso que mató a su novia durante un permiso se ahorca en la cárcel

La ex mujer del maltratador confiesa que ella y sus dos hijos se sienten ahora más «tranquilos y aliviados»

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Maximino Couto Durán, el maltratador que aprovechó un permiso penitenciario para asesinar a su novia en Ponte Caldelas (Pontevedra) y herir a otras tres personas el pasado 29 de noviembre, amaneció ayer colgado de los barrotes de la ventana de su celda en la prisión pontevedresa de A Lama. Su cadáver fue descubierto a las seis de la mañana por su compañero de celda, quien avisó a uno de los funcionarios de la cárcel del suceso. Couto dejó varias notas manuscritas y en una de ellas se dirige a la mujer que mató para confesar: «Rosario, soy un asesino». Fue precisamente ella, María del Rosario Peso, la que rogó a las autoridades penitenciarias que se le concediera a Couto un permiso de salida. En otros escritos expresa su deseo de ser enterrado con su víctima y especifica la empresa funeraria con la que desea ser inhumado, además de citar a sus herederos. El cadáver, que pendía de un trozo de sábana anudado a los barrotes y a su cuello, fue trasladado al Instituto Anatómico Forense de Pontevedra para que se le realice la autopsia.

El condenado iba a ser trasladado ayer mismo a otra prisión en Palencia, desde el módulo de ingreso de A Lama, donde permanecía aislado de otros reclusos para preservar su propia seguridad, ya que los condenados por violencia machista suelen ser atacados por otros internos.

La noticia del fallecimiento fue recibida con «alivio» por su ex mujer, Herminia Buceta, cuyas denuncias por malos tratos se habían traducido en el encarcelamiento de Maximino. Su ex mujer vivía atemorizada junto a sus dos hijos, sobre todo desde el día en que el maltratador asesinó a su compañera sentimental. Buceta salvó la vida porque no estaba en casa cuando su ex cónyuge fue a buscarla.

Herminia Buceta aseguró que ella y sus hijos se encontraban «aliviados y tranquilos», aunque hizo hincapié en que «estas cosas no deberían haber pasado». «Algún día iba a salir e íbamos a estar en peligro y, aunque estaba en la cárcel, yo seguía teniendo miedo y mis hijos, igual», aseveró Herminia, quien insistió en que «hay que vigilar más las pulseras, que funcionen en condiciones; tienen que revisar el sistema de los permisos y preocuparse también por las personas que estamos fuera».

Fuentes de la prisión informaron de que el suicida no había mostrado indicios de querer quitarse la vida. Por esta razón, al maltratador no se le aplicó el protocolo para evitar el suicidio, procedimiento que consiste en asignar un preso de confianza al recluso en situación de riesgo.

Cuando salió de la cárcel, Couto se deshizo de la pulsera que sirve a las fuerzas de seguridad para vigilar a los reclusos que disfrutan de permisos penitenciarios.