Trabajar para vivir
El abrumador rechazo del Parlamento Europeo a la propuesta de Directiva sobre tiempo de trabajo pone de manifiesto que, primero, la Cámara ha actuado en total coherencia con el hecho de ser la única institución comunitaria con directa responsabilidad política ante los ciudadanos que eligen a sus miembros. Las conquistas sociales de los trabajadores europeos son un patrimonio de toda la ciudadanía, especialmente las que se refieren al tiempo de trabajo. Por eso a nadie en la UE, si se le da libertad para elegir, escoge vivir para trabajar en vez de trabajar para vivir. Es decir, elige que el tiempo en el que se somete a las órdenes de otro (el empresario) esté limitado para que su salud no se quebrante y para tener otro tiempo a su disposición. La lucha histórica por las ocho horas de trabajo diarias tenía ese sentido, y el Parlamento ha conectado con la ciudadanía. No así la Comisión ni el Consejo (España se opuso), que pretendían permitir que en Europa se trabajase 65 o más horas a la semana. No es casualidad que ambos no respondan directamente ante los ciudadanos.
Actualizado:Segundo. El Parlamento Europeo ha mostrado que es falsa la libertad de opción individual (opt-out) de un trabajador con su empresario para que no se le aplique el convenio colectivo o la propia Directiva que limita como regla general a 48 horas la 'jornada' semanal de trabajo. La Historia ha dejado claro que la relación de trabajo es una relación entre «uno que tiene poder y otro que no lo tiene», y por eso no hay libre acuerdo entre desiguales. Dicho de otra forma, lo que pretenden la Comisión y el Consejo es dinamitar el convenio colectivo. Porque aun con grandes diferencias entre los sistemas de relaciones laborales nacionales europeos, en todos, de un modo u otro, la esencia del convenio colectivo es su inderogabilidad frente al acuerdo individual entre trabajador y empresario. Ese patrimonio de la civilización europea estaba seriamente amenazado y ayer la Eurocámara fijó un plazo de tres años para que la falsa 'libertad de opción' se elimine, después de que el Reino Unido empezara a aplicarla en 2003.
Y tercero, se ha demostrado que la jornada de 48 horas puede ser flexible (calculada en un periodo de tiempo que puede llegar a un año), pero que no por ello tiene que alargarse. Tal vez por estas razones el Congreso español rechazó en su día por unanimidad la propuesta de Directiva.