UNA FÁBULA

No me dais pena (ninguna)

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Siendo sincero, la pobre anciana sí que me da pena. Nada que ver con lo que siento hacia todos los que ganaron millones y millones (en absoluto estoy hablando de americanos de Wall Street o inversores en Luxemburgo) durante años y ahora se ven en apuros. Gente que compraba casas para sacarles un beneficio y no declaraban ni la mitad de la mitad de las plusvalías (mientras que las viviendas se encarecían para el resto de mortales); gente que montaba una inmobiliaria, se ponía la corbata verde limón y en dos meses tenía para el BMW; gente que compró suelo rústico, erigió una casa a toda prisa y dijo que total, que nunca considerarían la vivienda ilegal y que los servicios de luz y agua vendrían, claro que vendrían; gente que se jactaba de ser los más listos del banco: oye, gano un 15% gracias a unos productos estructurados de alto riesgo (si es alto riesgo, es alto riesgo... ¿no?); gente que vivió por encima de su realidad.

No me dan pena (ninguna). Aunque la falta de compasión no me viene por que sacaran tajada o porque ahora supliquen. No me dan pena (ninguna) porque se creyeron (y deben de creerlo aún) que todos los demás éramos imbéciles.