CALLE PORVERA

Ser legales

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Lo confieso. Soy una fetichista de la música. Y con esto me refiero a que no sólo disfruto escuchándola, sino que el hecho de comprar un CD o un vinilo siempre se convierten en un momento fantástico: la presentación, los libretos, las fotografías, el diseño... Cada álbum es como una pequeña obra de arte (algunos incluso una obra de arte con mayúsculas) y por eso no hay ni un solo disco que haya querido tener de verdad, de ésos que necesito en casa a toda costa, por el que no haya pagado.

Por esa misma razón, porque también me vuelve loca el envoltorio, lo de descargar discos lo entiendo como un premio de consolación. Y es que me gusta tanto escuchar música que no me llegaría el sueldo para acercarme a la tienda a comprar todo lo que me motiva. Así que admito que también tengo mis cosillas en el mp3, y aunque me siento culpable porque algunas son de grupos minoritarios a los que sé que hago un flaco favor, a veces no puedo evitar caer en la tentación. Sobre todo mientras la industria musical crea que un CD a casi 20 euros es una cosa razonable.

Y en ésas ando yo, sintiéndome culpable por lo de los derechos, comprando más de lo que debo en música para compensar, cuando me entero de que la SGAE, esa sociedad que rastrea los derechos de autor, ha perdido un juicio por invadir la intimidad de una pareja en su boda y tiene que pagarles una fortuna mucho mayor de lo recaudó por los temas que sonaron durante el baile. ¿Miserable! Tanto como el cantante Alejandro Sanz, que seguro que recibe puntualmente los cheques por sus derechos de autor, pero que luego prefiere llevarse el dinero a paraísos fiscales para no pagar impuestos. No se imaginan qué cara de tonta se me ha quedado después de todo lo que me fustigo con lo de ser legales. ¿Pues que vayan empezando ellos!

ppacheco@lavozdigital.es