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LA TRINCHERA

Rompiendo escaparates

DANIEL PÉREZ
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Si cien tíos salen a la calle a quemar contenedores, el gobierno tiene un problema de vandalismo. Si salen 8.400, el gobierno tiene un problema social. La corrección política obliga a minimizar, de entrada, cualquier reivindicación que se exprese por el democrático método de romper escaparates. Como está pasando en Atenas, esa fiebre por la piromanía urbana nos suena a berrinche colectivo, vacío y ácrata. Pero el asunto de las equivalencias, tan en boga entre los analistas, arroja suficientes similitudes entre Grecia y España como para preocuparse. Hay que ser muy bruto para estar de acuerdo con sus maneras, pero también hay que ser muy bruto para ignorarlas.

Resulta que la chavalería griega está cansada. No sólo los nihilistas marginales, los antisistema y los inmigrantes, sino también los universitarios, los obreros jóvenes y los mileuristas, que allí no pasan de los 800 euros. En Grecia, como aquí, no se creó empleo estable durante la época de bonanza. Apenas se reforzó la protección social, ni se invirtieron los 3 puntos medios de crecimiento de la economía en mejorar las condiciones de los de abajo, porque no quisieron los de arriba. En Grecia, como aquí, pasaron de los liberales a los socialistas y, al margen de la palabrería, el queso se lo repartieron los mismos cuatro ratones, con distinto logo y sintonía, pero con el mismo hambre y los mismos alardes de desvergüenza. En Grecia, como aquí, el malestar creció lentamente, la rabia se fue alimentando en las colas del Inem, en las fábricas de parados, entre clavazo y clavazo, entre mentiras, promesas y contratos basura. En Grecia, como aquí, un grupo de elegidos mercadeó con nuestro sudor y especuló con nuestros sueños. Ahora les toca salir del despacho, bajar de la cumbre y poner la jeta. En Grecia, como aquí, el que siembra vientos, recoge tempestades. Si no, tiempo al tiempo.