Comida de Nochebuena
Ya hemos entrado en el umbral de la Navidad. En este último puente que hemos pasado, y con motivo de la apertura de todo el comercio en general, muchas familias se han pertrechado con vistas a estas fiestas venideras, en todo lo concerniente a gastronomía y algún que otro regalo. Por ello, esas tarjetitas a las que llaman dinero de plástico estos días han echado humo.
Actualizado: GuardarEs verdad que se atraviesa una profunda crisis y que de momento no se ve una salida positiva, pero sí estoy seguro que ya en muchas casas hay ya colgada una pata bien derecha o izquierda o incluso delantera de ese animal que dicen que tiene bonito hasta los andares. Yo, particularmente, a todos estos que se adelantan los admiro, ya que las estamos pasando canutas con la crisis y tampoco es para privarse de lo que se pueda, que nadie sabe lo que nos espera. En aquella época de la posguerra no existía la crisis temporal. Ésta era crónica, pero las personas se lo buscaban como podían. Esas mesas que hoy se presentan eran inalcanzables. Una comida normal de una persona de medio pelo solía ser una pava, por aquello de que las hembras son más sabrosas y se les sacaba un partido sensacional. O sea, pavo guisado en salsa, puchero de pavo y para el día siguiente, el arroz con el menudillo. De la bodega, lo siguiente: media arroba de fino de Lacave, dos botellas de moscatel blanco de Chiclana, la botella de Cacao Picó que tanto les gustaba a las damas. Los dulces eran las célebres tortas a las que hoy se les llama pestiños; un turrón que era de avellanas y no de almendras, que había que comérselo rápido porque si no, se hacía un charquito en el plato. Una vez acabada la comida era muy normal, sobre todo, en las casas de vecinos, bajarse al patio y allí se formaba la fiesta donde cada uno aportaba lo que podía y aquello duraba hasta la madrugada. Por ello, siempre diré lo mismo: hoy se vive mejor, incluso con la crisis.