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LA CASAPUERTA

La bala perdida

Una bala perdida ha conmocionado a la vieja Grecia, que se ha echado a la calle escandalizada y alarmada por la muerte de un joven de 16 años. Una bala traidora y dañina, rebotada en el suelo, según dicen los medios de comunicación oficiales, le arrebató la vida con impacto en el corazón en un enfrentamiento entre policías y manifestantes. La bala procedía de las Fuerzas Especiales de Élite y a su matador se le conocía como Rambo, uno de esos tipos duros y provocadores de los que hay en todas partes.

PEDRO ROMERO
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La revuelta social ha sido contundente y el país entero, cansado de dimes y diretes, de tantas desvergüenzas y de tanta corrupción, ha roto las cadenas del silencio y de la convivencia democrática, enviándole un urgente envite al Gobierno con una huelga general y enfrentamientos callejeros con sensibles pérdidas, derramamiento de sangre y la inoportuna e injusta muerte de un joven que, como otros muchos, mueren anónimamente por los Rambos guardianes del orden.

El pueblo griego está hasta la coronilla de los Papandreu, Karanmalis, Papadoupópulos y similares que sólo les ha llevado desgracias y ruina económicas a sus bolsillos y a sus familias. Jóvenes y ancianos son los paganos de los derroches y la irracionalidad de sus gobernantes. Algo parecido sucede en España, aunque con diferente lectura. El pueblo está cansado ya de aguantar a tantos políticos infieles, derrochadores y parlanchines que nos tienen estresados y cabreados.

Cansados de andar como el cangrejo. Cansados de tantas promesas fatuas. Cansados de su presencia alargada aferrados a su infalible poltrona. Cansados de sus mentiras y de sus errores, de sus caprichos y de sus vanidades. En definitiva, estamos muy cansados de toda esa porquería. Y como decía la vieja canción... «necesita esta serrana que la fundieran de nuevo, como funden las campanas».