
La originalidad vende
Para dotar un producto de atractivo y hacerlo vendible el resultado de su diseño es determinante
Actualizado: GuardarEl concepto de perchero es algo bastante simple, una estructura en la que se cuelga la ropa. Sin embargo, unos pueden parecer más atractivos que otros. Ahí es donde el trabajo realizado por un diseñador industrial resulta decisivo. Su labor es la de crear nuevos productos que despierten el interés del comprador potencial y dotar a los ya existentes de una novedad que cause este mismo efecto. A esto se dedica Tomás Silva desde el puente de mando de su buque, Zana Design. Este canario se formó en Barcelona y Londres, donde realizó un máster sobre diseño. Llegó a Cádiz de la mano de su pareja con una decisión tomada: poner en marcha su propia empresa. Echó a andar a finales de 2005. Contó con pequeñas ayudas públicas, aunque el grueso de la financiación corrió de su propio bolsillo.
Para dar una idea más clara de a qué se dedica, Tomás explica que «la labor más importante del diseñador es convertir el producto del que se trate en lo más atractivo y vendible posible mediante el diseño». Al igual que en el resto de campos, los tiempos han cambiado para este tipo de negocios. Hasta hace unos años, para que un artículo rindiera beneficios era suficiente con que fuera bonito. Ahora, en cambio, también necesita ser atractivo. «La originalidad vende», corrobora Tomás.
El cuadro taburete
Como muestra, uno de los diseños de este canario. Un cuadro decorativo de aspecto minimalista; a simple vista se trata de un marco blanco con un centro oscuro de tela que cuelga de una pared en un apartamento. Pero si se descuelga y se separa el elemento central, el marco se pliega y se convierte en soporte para la mullida parte que estaba enmarcada: y ya se tiene un pequeño taburete. Las grandes ideas pueden ser garantía de éxito. Sin embargo, los tiempos de crisis no son los mejores para este tipo de negocios. «Con una coyuntura económica como la actual no se crean productos nuevos y apenas se reciben encargos», explica Tomás. No obstante, este joven emprendedor sabe ver la botella medio llena y apunta que la situación de crisis puede ser una aliada para poner en marcha una empresa: «Los gastos se reducen, aunque hay que contar con financiación previamente». Sobre lo que no le cabe duda es que cuando se tiene «un buen proyecto de empresa, la financiación llega». Tras tres años de trayectoria, considera que aún está en los inicios, una época crítica que obliga a tomar numerosas decisiones que repercutirán en el posterior desarrollo de la compañía. Aún así, no se amilana y asume que la resolución de un problema tras otro es una constante en cualquier empresa.
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