En paradero desconocido
Por mucho que se diga, la situación es peor de lo que se dice. El gobernador del Banco de España acusa al Gobierno de no hacer las reformas necesarias, o sea, las que debieron haberse hecho a su tiempo, y el presidente Zapatero exige a la banca que las ayudas, que además de invisibles son intocables, lleguen a las familias y a las pymes. ¿Dónde se ha escondido el poderoso caballero?, tiene que estar en alguna parte, aunque sea en la parte que no nos toca. No puede haberse esfumado de la noche esplendorosa a la sombría mañana. La liquidez inyectada es un charco y se está secando sin que lo pise nadie para salpicar a ningún pobre. Para atender a las peticiones de la CEOE y conseguir que la financiación llegue a las empresas lo primero que hay que hacer es que el dinero aparezca.
Actualizado:Nadie sabe dónde vive. Sólo sabemos que cada vez hay más personas que no pueden vivir.
Cada día se habla del ausente, lo que es de pésima educación, pero ya dijo Shakespeare que el dinero vale por veinte oradores. La banca ha acudido a la segunda subasta del Tesoro, que curiosamente sigue manteniendo ese nombre. Tanto Zapatero como Solbes estimaron que había sido un éxito descriptible, pero el abrumado ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, dijo que de poco servirá si las entidades no dan crédito al sector privado. Quizá se equivoque, ya que con la subasta se calcula que el Tesoro va a ganar 200 millones en tres años. ¿Aguantará el personal tres años si continúa a ese ritmo el crecimiento del paro? El que no es probable que aguante es don Celestino. Urge localizar los cuarteles de invierno donde se ha refugiado el dinero antes de que asistamos a su asalto. En algún lugar tiene que estar el desertor. El dinero, la tos y el amor son inocultables y siempre acaban delatando su presencia. ¿Dónde se habrá muy metido el muy cobarde?