La hermanastra de Alba imitaba con sus muñecas el brutal maltrato a la niña
El testimonio de la menor sirvió a la Policía Nacional para incriminar a los dos procesados
Actualizado:Maite, la hija de seis años del hombre acusado de propinar a Alba la brutal paliza que la dejó en coma en marzo de 2006, jugaba a infligir a sus muñecas los mismos malos tratos que padecía la víctima: les daba cachetes y les precintaba la boca para meterles agua con una jeringa.
Así lo declaró ayer Montserrat Alba, madre de Maite y ex esposa del procesado Francisco Javier P., en el juicio que se está celebrando en la vigésima sección de la Audiencia de Barcelona contra él y contra la madre de Alba, Ana María C., por el intento de asesinato de la menor.
Precisamente, es en el testimonio de Maite en el que se basan gran parte de los indicios que incriminan por maltrato habitual a los procesados, ya que, un mes antes de la brutal paliza, la niña relató espontáneamente a la policía las torturas que su padre infligía a Alba. En una declaración policial de Montserrat Alba a raíz de que el procesado la denunciara por robo, la niña contó que su padre ataba a Alba a la silla, la obligaba a tragarse sus vómitos y le daba agua con una jeringa, un asunto que la Policía Nacional empezó a investigar, aunque no a tiempo de impedir la brutal agresión que un mes después dejó en coma a Alba.
La madre de Maite añadió ayer que, tiempo después de lo sucedido, observó que la menor reproducía en sus muñecas los malos tratos que había visto infligir a Alba: las castigaba desnudas de cara a la pared, les precintaba la boca para darles de beber con una jeringa por un agujerito y les propinaba cachetes en el culo.
Según la mujer, que en dos ocasiones denunció por malos tratos a Francisco Javier P., Maite le había comentado que los procesados «dejaban a Alba desnudita en el balcón» y que, cuando la niña se rompió el brazo en diciembre de 2005, le explicaron que se había caído de la cama.
En duda
La declaración de los testigos citados en la segunda sesión del juicio por el 'caso Alba' puso en duda la versión de Ana María C. de que ignoraba los malos tratos que sufría la niña, ya que ante maestros, asistentes sociales y médicos la acusada dio explicaciones opuestas para justificar indicios de maltrato. En el colegio, decía que la niña tenía cardenales porque era «torpe» y se caía a menudo y en los servicios sociales y el psicólogo culpaba al padre biológico de Alba de haber abusado sexualmente de ella, haberle roto el brazo y rapado el pelo.
La noche de la atroz paliza, Ana María C. mantuvo, hasta en media docena de ocasiones, que Alba se había golpeado en la cabeza al caerse de la cama, tanto a los médicos que la atendieron en el ambulatorio como a los que, después, se lo preguntaron en el Hospital Vall d'Hebron.
Sobre el origen del resto de hematomas -algunos antiguos- que los médicos encontraron a la niña, Ana María C. insistió en que la menor solía caerse mucho y que algunos cardenales se los había causado en el colegio.