No tan importante
La versión oficial asegura que los acuerdos alcanzados ayer por la UE son históricos. Si nos fijamos en los titulares, parece un calificativo correcto. La cumbre ha decidido inyectar 200.000 millones de euros para reanimar la maltrecha economía europea y ha aprobado un ambicioso plan con el sonoro nombre de 20/20/20, que son los porcentajes señalados como objetivo en la reducción de las emisiones de CO2, el aumento de la eficiencia energética y la utilización de las energías renovables. Luego, cuando se analiza el plan con más detalle, aparecen las dudas y se adivinan las sombras. El plan de reactivación es una mezcla de ayudas nacionales, las más, y apoyos comunitarios, los menos. No sé si ustedes son capaces de seguir las cantidades comprometidas, ni si llevan la contabilidad al día de los fondos. Yo no. Ante tal avalancha de dinero e incapaz de calibrar el modelo, al observador interesado sólo le queda el recurso de esperar pacientemente a los resultados.
Actualizado: GuardarEn cuanto al proyecto energético, las intenciones no pueden ser más loables. Reducir las emisiones de CO2, fomentar el ahorro y promover las energías renovables es imprescindible. Pero después hay que concretar la forma de hacerlo. Recortar las emisiones tiene un elevado coste para muchas empresas que, puestas a hacerlo, pueden quedar penalizadas frente a sus competidores localizados en países menos pulcros con la atmósfera y menos exigentes con sus costumbres. Parece que el coste se asumirá de tal manera que no perjudique a la competitividad y que los estados europeos asumirán una buena parte de él, pero ya veremos en que queda todo.
El problema de la UE es que ha avanzado mucho en la integración económica y casi nada en la política. La foto de las cumbres, con tres larguísimas filas de dirigentes con capacidad para decidir, es la imagen perfecta de la incapacidad de decisión. Ahora, para contentar a Irlanda y dulcificar la exigencia de un nuevo referéndum se diluyen aún más los compromisos. Por ejemplo, el número de comisarios vuelve a acompasarse al de países miembros. Sarkozy dice que da igual 22 que 30. A él quizás sí, pues está acostumbrado a que todos sus ministros cumplan sus deseos. Pero a Europa no le da lo mismo. Porque la historia reciente es la de un atasco monumental, con una incapacidad manifiesta de avanzar.