Sucumbí
Y mira que mis compañeros de piso llevaban más de un año en el tema. Pero yo, que soy más antigua que el hilo negro, me negaba a saco. Y es que me cuesta trabajo adaptarme a todo lo nuevo, reconozco que es una gran limitación mía.
Actualizado:Y si lo nuevo procede del mundo de la informática, ya no es que me cueste trabajo, es que es directamente traumático.
Total, que después de un año cerrándome en banda, finalmente sucumbí a los encantos del Feisbuk.
Fue pulsar un par de veces el ratón, y comenzó la cadena. Empezaron a aparecer amigos de los que no sabía nada hacía tiempo, y ya no pude reprimir las ganas de contactar con ellos. Y el Feisbuk se me ha llenado de gente, que cada día hace un comentario de mi foto, o del comentario que yo he hecho de su foto, o de su estado de ánimo, chorradas... Debo estar bastante aburrida, porque de pronto estas chorradas, estas levedades, me hacen una enorme ilusión.
No obstante, hay un riesgo tremendo en este nuevo juguete. Me refiero a ciertos comentarios inapropiados publicados y accesibles a todo el mundo o, lo que es peor, algunas fotos que nunca debieron salir del ámbito de la intimidad y que sin embargo, de pronto son del dominio público... No me ha sucedido aún, pero como si lo viera... Como para echarse a temblar.
Total que, después de la fascinación inicial, estoy empezando a recular un poquito, y volviendo a mis antiguas costumbres y creencias. A creer que lo mejor es alternar como se ha hecho de toda la vida, discretamente, en el bar, en la plaza o en el chicuco, y a ligar cara a cara, que luego todo se sabe, y el Feisbuk este es peor que un patio de marías.