Exámenes parciales
Hay que distinguir entre notoriedad, que es lo que consigue El cojo Manteca, El Dioni o El Cachuli, y fama, que es lo que está al alcance de cualquier meritorio futbolista de éxito, y eso que llaman gloria, que por cierto no se sabe qué es. Lo que llaman posteridad se suele considerar como una superposición de minorías, pero un nombre en una calle se vuelve un mero fonema. Aunque tengamos en ella nuestra taberna favorita es sólo un sonido. Ahora se presenta una lección de humildad aprovechable para los señores ministros, tan halagados cuando les nombraron. Vieron crecer el número de sus antiguos amigos recientes y de «toda la vida».
Actualizado:Sometidos al juicio de los gobernados resulta que sólo cuatro de ellos, precisamente los que más comparecen en la tele y en los periódicos, han merecido el aprobado. Otros trece han tenido mala suerte y han quedado suspendidos. Cesarán de empleo, pero no de sueldo cuando el presidente Zapatero, como el presidente del Real Madrid, se decida a renovar el equipo.
Me pregunté, hace bastante tiempo, quién era el ministro de Agricultura cuando don Antonio Machado escribió Campos de Castilla. Nadie lo recordaba. Cuando Ortega habla de intelectuales los define, muy extensamente, como el conjunto de personas que se afanan en la búsqueda de valores intemporales, pero cultura, entendida como un vasto repertorio de soluciones, es todo. ¿Cómo no va a ser cultura el botijo?
Hay un parado entre los parados que ofrece su cuerpo para hacer frente a la hipoteca. Intenta ofrecer su cadáver para liquidar una deuda. En el mismo trance, si bien a otro precio, se van a encontrar algunos excelentísimos señores y señoras que van a dejar las dos cosas. Lo han hecho muy mal, incluso peor de lo que se esperaba de ellos. Echarán de menos la reverencia de los ujieres, pero sobre todo se añorarán a ellos mismos.