LA MIRILLA ANDALUZA La conmemoración del Pacto de Antequera con un pleno institucional supuso más desencuentros que encuentros. Los inmigrantes se agolpan en las calles de Jaén en demanda de un jornal probablemente imposible PROTAGONISTAS

Memoria deslucida Gaspar Zarrías Javier Arenas Diego Valderas

LA celebración esta semana del trigésimo aniversario del Pacto de Antequera no ha lucido todo lo que aquel histórico acuerdo se merecía por su importancia en la consecución de la autonomía de Andalucía y el simbolismo que encierra por su alto consenso político, nunca más visto. La celebración en Antequera apenas duró media hora entre el discurso de la presidenta Coves y los himnos, pero lo peor fue que la Colegiata de Santa María estaba este jueves fría no por la humedad del tiempo, sino por la poca concurrencia. También contribuyó al deslucimiento la polémica generada por el PP días antes para que en lugar de un pleno, con los 109 diputados, al acto sólo acudieran los portavoces y la Mesa de la Cámara con la intención de ahorrar dinero en tiempo de crisis. Los populares calculan unos treinta mil euros en dietas por el desplazamiento. Ellos renunciaron a las suyas y aunque esto es elogiable, la polémica en sí, como dijo Valderas, suena a tontería. No todo vale con la crisis como excusa. A tontería contradictoria, porque no se puede defender un día que se descentralice políticamente Sevilla y otro se critique una iniciativa que pretende llevar el Parlamento al resto de ciudades andaluzas.

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Ahora bien, tiene razón Arenas en que este tipo de conmemoraciones deben contar con la participación ciudadana y no con cordones policiales como los que rodearon a diputados y cargos de la Junta el jueves. Si Coves quiere que el Parlamento viaje y salga a la calle, que sea de verdad.

Lo único encomiable del jueves fue el sencillo acto, cuando el alcalde de Antequera, Ricardo Millán, hizo entrega a Coves de un busto en bronce de Plácido Fernández Viagas para que sea colocado en los jardines del Parlamento.Con ello se le hará justicia. Aunque no ha sido idea de la Cámara, algo desmemoriada a veces con su propia historia, bien valga el regalo de Antequera. Las instituciones andaluzas tienen todavía una deuda con la figura de Fernández Viagas, el primer presidente de la Junta. Un hombre que en aquellos primeros años de la transición se pateaba las diputaciones y ayuntamientos para que apoyaran la autonomía. En muchas ocasiones se negó a entrar en sus edificios mientras no ondeara la bandera andaluza. Un gesto que refleja hasta donde llegaba su esfuerzo para que se reconociera la nueva institución, la que daría autonomía y progreso a Andalucía, como le gusta recordar a su sucesor, Manuel Chaves.



INMIGRACIÓN

Las calles de Jaén se llenan de inmigrantes

La crisis está siendo cruel con muchos colectivos, especialmente con los inmigrantes. Y las expectativas no son buenas. Los últimos datos señalan que el paro en este colectivo aumentó más de un 66% en noviembre y que ya son más de 43.368 los extranjeros residentes en la Comunidad andaluza en el desempleo. El drama ha quedado patente estos días en la provincia de Jaén. Aún no ha empezado la cosecha de la aceituna y sus calles se han llenado de inmigrantes en busca de trabajo. Más de dos mil han deambulado de un lado a otro, sin casa ni refugio en el que dormir y lo que es peor, sin mucha posibilidad de que todos hallen trabajo. La situación ha provocado un cruce de acusaciones entre asociaciones y administraciones. Es comprensible el agobio de estas, sobre todo de los ayuntamientos, al no poder atender socialmente este problema por falta de recursos y espacio. La Junta se ha visto igualmente desbordada. Chaves ha pedido paciencia a los trabajadores, pero hace falta algo más que paciencia. Afortunadamente, la solidaridad andaluza ha respondido como otras veces y muchos colectivos se han afanado por proporcionar un refugio a muchos de estos sin techo.