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LA HOJA ROJA

El precio justo

Decía un indeseable que una mentira repetida cien veces se convierte en verdad, y algo de razón tendría porque aunque una mentira sigue siendo mentira por muchas veces que se cuente, lo cierto es que mientras que no venga el lobo seguiremos cayendo una y cien veces en la trampa de Pedro. El Observatorio de Precios del Ministerio de Industria, Turismo y Comercio parece que ahora se ha dado cuenta de lo carísima que es esta ciudad y de lo que nos cuesta a los gaditanos llenar la cesta de la compra y ha llegado a la misma conclusión que había llegado su vecina Carmeluchi, que ni trabaja en el Ministerio, ni necesita los datos de ningún observatorio para ver que las cuentas no salen, que la cesta no se llena y que no están los monederos para muchos lujos. Según el Observatorio y su estadística -y ya sabe usted lo que pienso de las estadísticas- Cádiz es la segunda ciudad más cara de España para hacer la compra, algo que no extraña a nadie, insisto, a nadie que haga la compra, claro está. Hubo un tiempo en que nos agradaba ser los primeros en las listas, los primeros en los récords, los que más sonríen, los que más hacen el guarro en la playa, los que más... pero los últimos datos de economía, de turismo y de comercio parecen no gustarnos tanto. Que sí, que ya lo sabemos, que somos una ciudad pobre y sucia y con muchos parados, y cara, pero no nos lo digan, por Dios. Porque si no nos lo dicen, podremos creer y aplaudir a nuestro Ayuntamiento que nos tranquiliza diciendo que el estudio ministerial se basa «en cálculos que no se ajustan a la realidad». Menos mal que alguien nos reconforta, y nos confirma que no es que Cádiz sea una ciudad cara, es que no somos lo suficientemente inteligentes como para amoldar las compras a nuestra economía. Que no sabemos comprar, hablando en plata. Que nos quieren meter el miedo en el cuerpo y que a Hipercor hay que ir como a un museo, a mirar. Que el Ministerio ha publicado los datos porque aquí gobierna el PP y que estos resultados irán en perjuicio del turismo. Pues bueno, nos lo creeremos otra vez, Pedro, que cuando venga el lobo tú mismo.

YOLANDA VALLEJO
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Y evidentemente no se pueden tomar los datos del Observatorio al pie de la letra, porque -como todo- se basa en una comparativa de precios, y las comparaciones siempre tienen su lado odioso. Una cosa es barata o cara en función de con qué la comparemos. Las gambas congeladas -por cierto, ¿ya tiene la cajita comprada para las Navidades?- son más baratas que las frescas, pero son congeladas. Es lo que tiene comparar, que como decía Calderón todo depende del cristal con que se mire. Cádiz no es una ciudad cara si se la compara con Nueva York, pero resulta que no es Nueva York. En Cádiz cuesta lo mismo un café que en Roma, pero ¿ay!, resulta que Cádiz no es Roma, y mucho me temo que nunca lo será, ni siquiera tirando la audiencia e imaginando que las Puertas de Tierra son otra cosa.

La relación establecida en esta ciudad entre la calidad y los precios es inversamente proporcional al servicio recibido. Es así, en el hipermercado más caro de todo Cádiz -ése que nos dijeron que era lo que necesitábamos y nos lo creímos también- el pescado es más caro que en el mercado central -¿a ese hangar pestilente se le puede llamar mercado?- pero usted se lo lleva a su casa limpio, cortado, envasado y listo para consumir o congelar. En el mercado el pescado es más barato, pero se lo llevará sin limpiar -salvo honrosas excepciones-, chorreando agua de la descongelación y corriendo para freírlo antes de tener que tirarlo a la basura. El dato objetivo, no obstante, es que el pescado es más barato en el mercado. Pues sí.

Nos dicen que no es lo mismo comprar en el Supersol de la Segunda Aguada que en el de Correos, que el pan está más barato aquí que allí, que el pollo tiene mejores precio en tal supermercado... Total, para decir esto, se podrían haber ahorrado el trabajo unos y otros. Que eso lo sabíamos todos, menos el Observatorio y el Ayuntamiento.

Así que como hay que ser constructivos y no derrotistas ni manipuladores, propongo una idea nueva, de las que tanto gustan por aquí. Ya que nuestro Consistorio ni puede ni debe controlar los precios, podría organizar la ruta de la compra. Ya saben, con publicidad a todo color, con potencia -¿se dice así?-, bien hecha, una ruta donde los gaditanos y los que vienen de fuera -que parece ser que son muchísimos- aprendan a comprar conforme a sus economías y sin quejarse. Una ruta diseñada con colores que podrían seguir jóvenes, adultos y hasta los de las meriendas: la ruta de la leche, la del jamón de York cada día, a la búsqueda del precio más económico capaz de demostrar al Observatorio que seguimos sonriendo. Seguro que funciona, total, aquí cada vez hay más gente que no tiene nada que hacer...

Y si usted no tiene nada que hacer este fin de semana pero el monedero ya no le aguanta una jornada de supermercados, aunque la tentación sea mucha, no sufra. El lunes, como manda la tradición, monte su árbol de Navidad y su Belén mientras disfruta del exorno -palabra aplicada en Cádiz a cualquier cosa enganchada en las fachadas- navideños de las calles. O haga la ruta de los belenes, que también la organiza el Ayuntamiento. O cuente las veces que Pedro se ha quedado con usted diciendo que venía el lobo.