Trabajadores de la empresa de Ignacio Uria muestran su dolor durante la concentración frente a la sede de la compañía. / IGNACIO PÉREZ
ESPAÑA

«El mejor jefe que se puede tener»

Trabajadores de la empresa y miembros del sindicato ELA se concentran en repulsa por el asesinato a manos de ETA de Ignacio Uria

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Las obras de la empresa Altuna y Uria permanecieron ayer desiertas en señal de duelo por el asesinato del propietario. Hoy, la imagen volverá a repetirse. El zarpazo de ETA ha conmocionado a los trabajadores de la compañía azpeitiarra, que ayer protagonizaron uno de los actos más emotivos de la jornada. Alrededor de doscientos empleados y miembros del sindicato ELA se concentraron en silencio en el barrio de Loyola, junto a las oficinas de la empresa, para mostrar su solidaridad con la familia y su repulsa al atentado.

A escasos metros, varios ramos de flores y media docena de velas encendidas recordaban el lugar en el que los terroristas arrebataron la vida al que consideran «el mejor jefe que se puede tener». Rabia contenida y tristeza, mucha tristeza, se dibujaban en los rostros de los trabajadores de Altuna y Uria. «No hay derecho, no señor», repetía con los ojos bañados en lágrimas Sebastián Larrañaga. Nadie se esperaba un desenlace así, tan cobarde. «Han atacado las máquinas, pero quitarle a una persona la vida. Así no se puede. Ese no es nunca el camino», apuntaba. Sebastián lleva 27 años trabajando en la empresa de la familia Uria, media vida. Por eso, no le entra en la cabeza que ETA asesinara a un hombre «del pueblo, trabajador y que se preocupaba por los suyos». Esos son los adjetivos con los que describen a Ignacio Uria las personas que lo conocían, también sus empleados. Su forma de ser y de trabajar, que después inculcó a sus parientes -la mayoría trabaja en la compañía-, ayudó a crear un vínculo especial entre empresa y trabajadores. «Estamos muy unidos, somos una piña», confiesa Larrañaga. A su lado, un compañero, que prefiere no revelar su nombre, retiene en la memoria la última vez que vio a la víctima. «El miércoles por la mañana estuve con él. Yo llevo la excavadora y le gustaba darse una vuelta para comprobar el estado de las obras. Conocía todo», evoca. Para este vecino de Azpeitia, que acumula en sus espaldas 23 años de trayectoria en la empresa, si algo merece la pena destacar de Uria es que «era muy buena persona». «Ha dado trabajo a mucha gente de aquí y así se lo pagan, dándole dos tiros», censura indignado.

La noticia del atentado supuso un auténtico mazazo para la plantilla. «Estamos todos hundidos», reconocía José Luis Alberdi. «Era nuestro jefe pero, en realidad, era como un trabajador más. Podías hablar con él como si lo hicieras con cualquier otra persona. Te trataba siempre de tú a tú», añadía su compañero Aitor Korta.