INDECISOS. La crisis ha eliminado las actitudes compulsivas. / A. V.
Ciudadanos

El éxito de la marca blanca

La crisis obliga a los gaditanos a una compra más selectiva El cambio de hábitos lleva al 36% a descartar lo tradicional

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Ya no vale eso de «salgo un momentito a hacer la compra». Llegó de verdad el momento de buscar, comparar y encontrar la mejor oferta. El supermercado no es un lugar de paso. Los pasillos están llenos de clientes con aire pensativo y moviendo la cabeza. El producto se mira y remira hasta que se decide por el que está envuelto en una etiqueta de las llamadas «marcas blancas», exclusivas de un supermercado.

Según un reciente estudio de la Unión de Consumidores de Cádiz, realizado 500 ciudadanos de la provincia, un 81% sabe qué son las marcas blancas. De este porcentaje, el 76% compra asiduamente estos productos y un 36% se decanta por ellos desterrando definitivamente de su cesta los tradicionales. Y es que los genéricos reducen el precio total de la compra un 25%.

Los polvorones rebosan en las cajas dispuestas para las compras extras de Navidad, pero los clientes pasan de largo. Queda claro que no hay lugar para caprichos.

La publicidad en las puertas de los supermercados ya no anuncia descuentos en útiles para el ocio. Al contrario, las rebajas se centran en la alimentación. Las patatas y las cebollas aparecen fotografiadas y adornadas con «los precios más bajos». A priori, interesa a cuánto están los alimentos de primera necesidad. Las economías domésticas están tocadas.

Los panaderos de la capital gaditana han sufrido el recorte de precios en los supermercados de la ciudad. Ahora, las barras de pan diarias sobresalen de las bolsas de plástico, junto con los yogures y el fiambre de la tienda que está cerca de casa. «Por dos piezas que compro allí, todavía me sigo ahorrando diez céntimos». Es la excusa que más recibe Andrés Valderrama, dueño de la panadería La Gloria. Las pérdidas en caja le han llevado a idear «la súper barra de la crisis». Se trata de un pan de 400 gramos de peso a un euro. Aunque ha mejorado las ventas, «la mayoría prefiere ahorrarse unos céntimos», confirma Valderrama.

«Las más caras son Las Palmas y Biobao»



La cesta de la compra no es tan cara en Cádiz. La alcaldesa, Teófila Martínez, ha desmentido la encuesta del Ministerio de Industria en la que sitúa a Cádiz como una de las ciudades con la cesta de la compra más cara. Bilbao y Valencia acompañaban a la capital gaditana. El presidente de la UCA-UCE, Miguel Ángel Ruiz, no duda de la veracidad de los resultados, pero alude a la encuesta del Observatorio de Precios del Comercio Minorista. Estos datos han sido contrarrestados por un análisis de la Organización del Consumidor, a través del cual, Martínez ha constatado que «los primeros puestos corresponden a Las Palmas y Bilbao». La edil reprocha a Industria la publicación de un informe «tendencioso» y recalca que Cádiz tiene unos precios medios. Le parece «imposible» que «teniendo la renta más baja lleguemos a pagar más por los alimentos».

«Sin estas ofertas, no llegas a final de mes»

Un matrimonio joven se para unos minutos en la estantería de lácteos. El carro que empujan está repleto, pero no de artículos anunciados en televisión. Aurora Fernández y Antonio Sánchez calculan que el precio de los mandados asciende a unos 160 euros, aproximadamente, «Toda esta compra desaparece en dos semanas», aseguran. Antonio suma a este desembolso el coste de productos más perecederos y que ha comprado en la plaza. «la culpa la tiene el euro», dice la pareja.

Los hijos también suponen un complemento importante. Hay quien lo sobrelleva, respaldado por una economía cómoda. Como Juan José Pampará, padre de dos hijas, quien no tiembla ante la llegada extraordinaria de los Reyes Magos.

María del Mar Trechera, ama de casa, fija su vista en los precios del aceite. Busca una garrafa de 2 litros, que economice aún más el gasto de su compra. Descarta las botellas etiquetadas con el nombre de las empresas «de toda la vida». Desde hace un tiempo, sustenta la alimentación de la familia con marcas blancas. «Si no fuera así, no llegamos a final de mes», declara. Se hace con los precios más económicos, sin bajar las garantías. «Seguiré comprando así, poquito, pero con calidad».

«La subida del precio del kilo de limones no desestabiliza el consumo de un hogar», espeta una señora, ante la mirada perdida de un jubilado, que piensa que «cualquier tiempo pasado fue mejor».