ANÁLISIS

El punto débil

El asesinato de Ignacio Uria confirma los peores pronósticos que se habían realizado sobre la amenaza etarra contra las obras del tren de alta velocidad en Euskadi. ETA ha decidido ir directamente a por los empresarios para paralizar el proyecto económico más importante que tiene planteado hoy la comunidad autónoma vasca. La organización terrorista ha atacado a la cabeza de una empresa, saltándose los prolegómenos que, por ejemplo, empleó en las campañas contra la central nuclear de Lemóniz y contra la autovía de Leizarán, campañas de las que fue sacando lecciones que ha aplicado posteriormente.

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La actuación de ETA contra Lemoniz fue una guerra de desgaste en la que cometió casi 300 atentados a lo largo de seis años, entre 1977 y 1982. En la etapa final perpetró los asesinatos de los ingenieros José María Ryan y Ángel María Pascual, máximos responsables técnicos de la central; asesinatos que acabaron con el proyecto. La banda aprendió entonces que una empresa podía aguantar la erosión económica, máxime si tenía el pleno respaldo de las instituciones, pero que si golpeaba a los principales niveles de dirección podía provocar la renuncia de los técnicos que resultaban imprescindibles para sacar adelante la iniciativa. Quizás por eso, cuando comenzó sus ataques contra la autovía de Leizaran, en 1989, ETA se apresuró a amenazar a «ingenieros, técnicos superiores, responsables y directivos», buscando repetir el éxito que había tenido cinco años antes con Lemóniz. La campaña contra la autovía fue muy selectiva: ETA apenas cometió 18 atentados, pero delegó el acoso a los grupos emergentes que entonces comenzaban con la violencia callejera.

La lección extraída por los terroristas de sus ataques a la autovía fue descubrir que el punto débil en esa ocasión eran las empresas, a las que aplicó una estrategia de presión gradual: amenazas generalizadas primero, amenazas particularizadas, una por una, después, y al fin los atentados. Hasta que las constructoras encargadas de realizar el tramo guipuzcoano tiraron la toalla. Ahora, ETA ha comenzado directamente atacando a los empresarios, sin utilizar la estrategia de presión gradual de entonces. Probablemente porque es la banda terrorista la que no está en condiciones de mantener una guerra de desgaste de varios años de duración, ni de movilizar un núcleo importante de grupos de kale borroka que cubran sus carencias.