![](/cadiz/prensa/noticias/200812/04/fotos/024D4CA-ESP-P1_1.jpg)
ETA asesina a un empresario de las obras del AVE vasco
Ignacio Uria, de 70 años, propietario de una de las compañías que participa en los trabajos de la 'Y' vasca, fue tiroteado en Azpeitia Acababa de aparcar el coche para entrar, como cada día, en un bar
Actualizado: GuardarETA retomó ayer el tiro en la nuca para hacer valer su oposición a la alta velocidad ferroviaria en Euskadi, su último y frustrado banderín de enganche entre la propia izquierda abertzale. El empresario Ignacio Uria Mendizabal, que iba a cumplir 71 años el próximo 4 de enero, casado y con cinco hijos, falleció a primera hora de la tarde en Azpeitia (Guipúzcoa) tras recibir al menos dos disparos, uno de ellos en la cabeza, cuando se disponía a entrar en el restaurante en el que cada día jugaba a las cartas con sus amigos. Es la cuarta víctima mortal de ETA en lo que va de año, la primera tras la caída de Txeroki. La banda terrorista buscó un objetivo señalado: el asesinado es fundador y miembro del consejo de administración de la empresa Altuna y Uria, adjudicataria de obras del Tren de Alta Velocidad; la empresa sufría la extorsión del impuesto revolucionario, y, además, era persona muy cercana al Partido Nacionalista Vasco.
El atentado se produjo en torno a las 13.00 horas. Como cada día, Uria Mendizabal abandonó a media mañana su empresa y, a bordo de su vehículo particular, se desplazó hasta el restaurante Kiruri, cerca de la plaza Ignacio de Loyola de la localidad guipuzcoana, para la habitual partida de cartas. Dejó el coche en el aparcamiento del establecimiento y, como siempre sin escolta, se dirigió hacia el local. En ese momento se le acercó, de frente, un joven que sin previo aviso abrió fuego contra él a bocajarro. Recibió al menos dos impactos, uno en la cabeza y otro en el pecho, mortales de necesidad. Quedó tirado en el suelo.
Fueron los empleados del bar los que avisaron a los servicios de emergencia. La dotación de la ambulancia del Servicio Vasco de Salud que en apenas unos minutos llegó al lugar intentó reanimar al empresario, pero sus esfuerzos resultaron vanos y los facultativos desistieron a las 13.50 horas. Una vez el juez de guardia autorizó el levantamiento del cadáver, el cuerpo fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de San Sebastián, donde le fue practicada la autopsia.
Los facultativos también atendieron a algunos de los empleados del restaurante, víctimas de leves ataques de nervios. La propietaria del establecimiento, también muy alterada, repetía como una letanía lo ocurrido: «Dos jóvenes han salido de un coche y cuando él dejaba el suyo le han dado dos tiros en la frente, dos tiros en la frente».
Los asesinos llegaron a Azpeitia apenas minutos antes de perpetrar el crimen, lo que indica a las fuerzas de Seguridad que tenían muy claro cómo actuar y que conocían bien los movimientos de su víctima. Emplearon en el atentado un Alfa Romeo robado poco antes, a punta de pistola, en el Alto de Itziar, en la cercana comarca de Deba, donde abandonaron al conductor maniatado y con los ojos vendados. Cuando logró zafarse de sus ataduras, avisó a su madre, dueña del coche, que a su vez informó de lo ocurrido a la Ertzaintza. El conductor, que no sufrió lesiones, explicó después a los agentes que fue asaltado por dos jóvenes que se identificaron como miembros de ETA.
Desde el alto de Itziar, el desplazamiento hasta Azpeitia apenas requiere treinta minutos. Una vez en las inmediaciones del lugar donde perpetraron el crimen, uno de los etarras se acercó a pie hasta su víctima, mientras el segundo quedaba al volante del coche con el que emprendieron la fuga. Algunos testigos apenas pudieron indicar que el vehículo abandonó la localidad en dirección a Zumárraga.
La Ertzaintza localizó el Alfa Romeo, calcinado para borrar huellas, en el Alto de Itziar, a donde se sospecha que los etarras volvieron para desprenderse del vehículo empleado en el atentado y recoger un segundo coche con el que emprendieron la huida definitiva. Para entonces, todos los cuerpos policiales habían establecido controles de carretera para intentar impedir la fuga de los terroristas, sin éxito. Marcos Gorostiaga, uno de los amigos que esperaba a la víctima en el momento del atentado, explicó después, muy alterado, que «nunca había exteriorizado su temor, aunque lo habrá llevado dentro», y confirmó que no variaba de recorridos y no disponía de servicio de escolta, pese que su empresa sufrió un sabotaje en marzo de 2007, cuando desconocidos pincharon las ruedas de varios camiones e hicieron en ellos pintadas contra el tren de alta velocidad.
La constructora Altuna y Uria trabaja en las obras del trazado ferroviario de la Y vasca entre Arrazua y Legutiano, tramo alavés en el que su responsabilidad son las labores de removimiento de tierras previas a la instauración de la infraestructura ferroviaria. Desde que comenzaron las obras hace dos años, las compañías que participan en las obras han recibido constantes amenazas de ETA y la sociedad de Uria Mendizabal fue señalada de manera expresa por Segi, la ilegalizada organización juvenil abertzale. El pasado 18 de agosto, la banda terrorista amenazó en un comunicado a las contratistas de la línea ferroviaria vasca.
Nada más producirse el atentado, y alertados por el personal y los clientes del restaurante, los primeros en llegar al lugar fueron dos hijos de la víctima. También se acercó el alcalde de Azpetia, Iñaki Errazkin, de la ilegalizada Acción Nacionalista Vasca, que gobierna gracias a Eusko Alkartasuna y Aralar, cuyos votos permitieron desalojar de la alcaldía al partido más votado en el municipio, el PNV. Errazkin rehusó hacer declaraciones.
Hasta Azpeitia viajaron también la viuda y una de las hijas del ex edil socialista Isaías Carrasco, asesinado por ETA el 7 de marzo. Y al lugar del atentado se acercaron empleados de Altuna y Uria, incrédulos ante lo ocurrido.
«Era buena gente, nadie puede decir nada malo de Ignacio ni de la empresa, nos pagaban y nos trataban muy bien», protestó uno de los trabajadores erigido, de manera espontánea, en portavoz de sus compañeros.