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ANDALUCÍA

Un acuerdo para la historia

El Parlamento y la Junta conmemoran hoy el treinta aniversario del Pacto de Antequera, documento clave en la fragua de la autonomía de Andalucía

MARÍA DOLORES TORTOSA
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Hoy hace treinta años que se aprobó y firmó el Pacto de Antequera, un acontecimiento que significó el impulso definitivo para la autonomía andaluza y que hoy sus máximos representantes, los 109 diputados del Parlamento de Andalucía, conmemoran en un Pleno solemne en la ciudad malagueña.

El 4 de diciembre de hace tres décadas representantes de once partidos - PSOE, UCD, PCE, PA, PSA, PTA, DCA, ID, RSE, ORT y ACL- firmaron el llamado Pacto Autonómico Andaluz, conocido desde entonces como Pacto de Antequera, por el que se comprometían a a respaldar en «el plazo más breve posible» la autonomía «más eficaz» dentro de la Constitución. El acuerdo fue primero ratificado por la asamblea de diputados y senadores andaluces reunidos en Antequera.

Desde el primer momento sus protagonistas subrayaron la importancia del acuerdo, pero en el vértigo de los acontecimientos de la transición democrática, el Pacto de Antequera aparecía insignificante. Para situarnos: El Pacto tiene lugar justo un año después de las multitudinarias manifestaciones callejeras en pro de la autonomía, protestas marcadas por la muerte en Málaga de Manuel García Caparrós. Dos días después del Pacto los españoles votan en referéndum la Constitución española.

Comunidades históricas

En la mente de todos estaba precisamente la Constitución, a cuya fidelidad alude el documento de Antequera, pero en la que también se recoge como comunidades históricas a Cataluña, País Vasco y Galicia. Andalucía, que se había quedado a las puertas de su autonomía en la II República al estallar la guerra civil, había sido excluida. Los políticos andaluces querían remediarlo y el Pacto de Antequera significó el primer aldabonazo para que Andalucía adquiriera los mismos derechos autonómicos que catalanes y vascos. «Valoramos muy positivamente este pacto porque supone el primer paso para superar los obstáculos y la discriminación que impone la Constitución», dijo entonces el andalucista Alejandro Rojas Marcos.

Lo que le ha hecho cobrar relevancia histórica es sobre todo el insólito acuerdo de todas las fuerzas políticas, (incluidas las que no tenían representación parlamentaria), desde la ultra comunista ORT a la conservadora Alianza Popular, en esa aspiración de que Andalucía fuera una comunidad de primera y no de segunda. Un consenso nunca más repetido ni siquiera en el duro camino hasta conseguir la autonomía plena.

El profesor e historiador Manuel Hijano lo ha descrito como el documento político más importante de la transición andaluza después del Estatuto aprobado en 1981. Rafael Escuredo llegó a decir: «Después de la vida y obra de Blas Infante es el hecho más importante en la historia de Andalucía». Manuel Chaves agregaría dos décadas después: «Es la expresión más acabada y perfeccionada de una aspiración secular de los andaluces: el máximo nivel de autogobierno».

Continúa en la página 32... ...Viene de la página 31.

El artífice de aquel consenso fue el entonces presidente de la Junta preautonómica de Andalucía, Plácido Fernández Viagas. Los acontecimientos previos ayudaron en su propósito. Tras las elecciones generales de 1977, los diputados andaluces se constituyen en asamblea e inician las negociaciones con el Gobierno de la UCD para dotar a Andalucía de un régimen autonómico. Para tal fin cuentan con un aliado en el Gobierno, el ministro sevillano Manuel Clavero Arévalo. Después de las protestas de 1977 y siendo Clavero titular de la cartera de Regiones autoriza en abril de 1978 la constitución de la Junta de Andalucía. «Hoy podemos decir que Andalucía existe oficialmente», llegó a decir. En mayo se constituía en Cádiz la Junta de Andalucía, siendo elegido presidente Plácido Fernández Viagas, un juez nacido en Tánger y senador del PSOE con un gran prestigio humano.

Al margen de ideologías

Fernández Viagas vio pronto que aquella autonomía era meramente administrativa, pero sin capacidad de decisión económica y política. Fue de ayuntamiento en ayuntamiento y de diputación en diputación para recabar apoyos y conseguir un autogobierno real. En octubre de 1978 las diputaciones apoyan en Málaga su propuesta.

Fernández Viagas echa mano de su carácter conciliador y logra convencer a todas las fuerzas políticas andaluzas del momento para unir sus voces «al margen de ideologías» y reivindicar un verdadero régimen autonómico en Andalucía. La convocatoria tuvo el éxito ya mencionado. La elección de la fecha, el 4 de diciembre, era un homenaje a las movilizaciones callejeras del año anterior. En la elección de Antequera influye el senador socialista de esta ciudad Antonio García Duarte, su situación geográfica y por ser un referente en la conciencia autonomista de Andalucía. En esta ciudad se reunió en 1883 la Asamblea Cantonal Regionalista, considerado el primer intento autonómico andaluz.

A las nueve de la mañana comenzaron a llegar los políticos al Ayuntamiento de Antequera, cuyo alcalde era el independiente José María González. El pleno de la Junta, formado por la asamblea de diputados y senadores, vota el texto del acuerdo a las 12.16 del mediodía. La firma del Pacto tiene lugar a las ocho de la tarde. «Este es un día de esperanza, de satisfacción y de alegría», resumió el diputado de la UCD Francisco de la Torre Prados.

En la cita de Antequera estuvieron los políticos andaluces más destacados del momento, desde Alfonso Guerra, García Añoveros, Clavero hasta el comunista Ignacio Gallego. Felipe González faltó, pero mandó un telegrama de apoyo.

La historia siguió su curso imprevisible. De los once partidos firmantes, la mayoría no sobrevivió a las elecciones generales de 1979. Uno de ellos, Izquierda Democrática, se disolvió siete días después del Pacto. Dos años después, el 28 de febrero de 1980, tuvo lugar el referéndum que conquistaría para Andalucía una autonomía igual a la de Cataluña y País Vasco. Las primeras elecciones autonómicas se celebraron en junio de 1982.