La Justicia tailandesa ataja la crisis
El Tribunal Constitucional ilegaliza a los tres partidos de la coalición de Gobierno por fraude electoral y la oposición anuncia que hoy levantará el bloqueo de los aeropuertos
Actualizado:El Tribunal Constitucional tailandés tumbó ayer al Gobierno tras soportar desde mayo una grave crisis política que ha paralizado al país asiático después de que miles de manifestantes de la oposición ocuparan en agosto la sede gubernamental y, desde hace una semana, los dos aeropuertos de Bangkok. En una sentencia que fue calificada de golpe de Estado judicial por los partidarios del Ejecutivo, la corte ilegalizó a tres de los grupos políticos que integran la coalición: el Partido del Poder Popular (PPP), Chart Thai (Nación tailandesa) y Matchimathipataya (Por la democracia).
Estas formaciones fueron declaradas culpables de fraude en los comicios de diciembre de 2007, donde la Comisión Electoral Central había detectado irregularidades como la compra de votos de los campesinos -una práctica habitual en Tailandia- o sobornos a las autoridades locales para que hicieran campaña a su favor. Junto a otros 108 miembros de estos tres partidos, el fallo judicial inhabilita al actual primer ministro, Somchai Wongsawat, para el ejercicio de la política durante cinco años. «No hay problema, no estaba trabajando para mí. Mi cometido ha terminado. Ahora soy un ciudadano corriente», señaló, con cierto alivio, el ya ex jefe del Gobierno, que se había tenido que refugiar en la ciudad de Chiang Mai, bastión de su grupo político.
Tras dejar el cargo, Somchai será sustituido por el viceprimer ministro, Chaovarat Chanweerakul, quien se ha hecho con el poder a la espera de saber si se disolverá el Parlamento para convocar nuevas elecciones o se creará un nuevo partido que proponga a un sucesor en un plazo de sesenta días. De hecho, ya ha surgido un grupo, denominado Puea Thai (Para los tailandeses), que puede recoger el testigo del ilegalizado PPP del ex primer ministro Somchai y servir como nueva plataforma a sus seguidores.
La sentencia judicial fue acogida con euforia por los miles de manifestantes que mantienen ocupados los dos aeropuertos de Bangkok. Aunque con cierta confusión, la oposición, agrupada en torno a la denominada Alianza Popular por la Democracia (APD), ha prometido levantar hoy el bloqueo para que el aeródromo internacional de Suvarnabhumi y el doméstico de Don Muang puedan ser abiertos al tráfico aéreo el viernes.
Bajo la amenaza de volver a tomarlos, la APD ha puesto condiciones y exige que el Gobierno «presente a nuevos políticos que no sean una marioneta del ex primer ministro Thaksin Shinawatra», huido del país y condenado a dos años de cárcel por corrupción. De eso, precisamente, acusaban al ya depuesto Somchai, que es cuñado de Thaksin. Este multimillonario, que empezó como policía y acabó como magnate de las telecomunicaciones, dirigió Tailandia entre 2001 y 2006, pero fue depuesto por un golpe de Estado incruento en septiembre de ese año.
Discurso real
A pesar de la caída del primer ministro, no parece que el fin de la crisis esté cerca porque dos de los posibles candidatos a sucederle son Chalerm Yubamrung y el ex titular de Comercio Mingkwan Sangsuwan, considerados ambos estrechos aliados de Thaksin.
Todo dependerá, por tanto, de la reacción de los partidarios del Ejecutivo, que se han echado a las calles para denunciar la decisión judicial, y de la actitud que adopte el venerado rey Bhumibol Adulyadej, quien se dirigirá a la nación mañana, un día antes de cumplir 81 años. Como en ocasiones anteriores, el discurso del monarca podría ser crucial para resolver la crisis porque la palabra del monarca es sagrada para los tailandeses, que lo tienen idealizado y adoran como si fuera un dios viviente.
Tras la disolución del partido en el poder, todo indica que Bhumibol retirará explícitamente su apoyo al Gobierno -que en realidad nunca se lo ha dado- y pedirá unas nuevas elecciones. De esta manera, se habrá consumado la caída del Ejecutivo por su propio peso y sin necesidad de que los siempre decisivos militares, que también apoyan a la oposición, recurran a un nuevo golpe de Estado.
La oposición, leal al soberano, está formada por la oligarquía y la clase media urbana, que intentan arrebatar el poder a un Gobierno elegido democráticamente y que cuenta con el respaldo del mayoritario mundo rural. Aunque corrupto, tanto el PPP como su antecesor, el partido Thai Rak Thai, del ex primer ministro Thaksin, son los únicos que han llevado a cabo medidas de apoyo al paupérrimo campesinado. Por eso, la elitista Alianza Popular por la Democracia se ha movilizado para derrocar al Ejecutivo, ya que, a pesar de su nombre, aboga por limitar el sufragio universal con el fin de que sólo el 30% del Parlamento sea elegido en las urnas.