Cargos de confianza
Un militante del partido tiene un hijo que ha terminado el bachillerato y no quiere estudiar, el padre quiere que haga algo y como por su larga y leal militancia tiene algunos amigos políticos, recurre a ellos para buscarle un trabajito:
Actualizado:-Oye, Paco, ¿te acuerdas de mi niño? Bueno, terminó el bachillerato y no quiere estudiar. Le vendría bien alguna cosita para que trabaje mientras se decide a empezar una carrera. El tema es que haga algo y no vaguee.
A los tres días llama Paco
-Oye. Que ya está, he encontrado algo para el niño. Asesor de un Vicepresidente de la Diputación. Unos 6.000 euros al mes. ¿Te parece bien?
-¿Qué dices, Paco, ¿eso es un disparate! Yo quiero que empiece desde abajo.
A los dos días, de nuevo Paco:
-Ya lo tengo. Está libre un puesto de Secretario de un Diputado Provincial. El sueldo es más modesto, 3.000 euros al mes.
- ¿Qué no, hombre, qué no! Que lo quiero es que vea lo duro que es trabajar para que se anime a estudiar, si gana esa pasta no estudiará nunca.
Al otro día:
-Compañero, ahora sí, Ayudante del Asesor de Presidencia, con algo de informática, claro que el sueldo se va muy abajo, serían sólo 1.800 euros.
-Pero Paco, ¿por favor!, consíguele algo más modesto. Tiene 18 años. Algo de 600 euros.
-Imposible compañero, eso es muy complicado.
-¿Por qué?
-Verás, esos cargos son por oposiciones, se necesita currículum, título universitario, másteres ¿Me entiendes?
Este diálogo ficticio pretende caricaturizar la implicación de las Diputaciones en la creación de empleo, no de cualquier empleo sino del bueno; sesenta puestos de trabajo en Almería, securatas sin tino en Granada, Sevilla en Sevilla ni se sabe, para que luego digan que las Diputaciones no sirven para nada. Gran injusticia, claro que sirven, siempre han servido para lo mismo. En tiempos de la Dictadura servían para colocar con un buen pasar a los hijos de los prohombres del Régimen y hoy sirven para lo mismo. Bueno no exactamente, antes se colocaba a los hijos menos espabilados de los afectos al Régimen, mientras que hoy sirven para colocar directamente a los afectos para que ejerzan las tareas pertinentes para procurar la perpetuación del régimen. Gente que, por lo general, no sabe hacer nada al margen de la política.
Desde hace mucho tiempo, las diputaciones sólo son noticia por la cantidad de asesores que nombran y porque se han convertido en el instrumento político imprescindible para perpetuar el poder del PSOE en los municipios de menos de 20.000 habitantes, porque son estos y no las grandes ciudades, en las que no gana, los que le dan el poder en Andalucía. La razón es sencilla: cuando el chorro de dinero público que deja caer en estas poblaciones el poder autonómico se complementa con el reparto de fondos que hacen las diputaciones, resultan imbatibles. Tan es así, que dicen que el PP sólo podrá tener esperanzas de ganar en Andalucía, cuando previamente alcance el poder en las Diputaciones.
En realidad buena parte de la culpa del enorme déficit presupuestario que sufren los ayuntamientos no la tienen ni las comunidades autónomas ni el Estado, la tienen las inútiles diputaciones que consumen una parte considerable de la parte del presupuesto destinado a las administraciones locales y que lo gastan simplemente en existir y en proporcionar socorro económico a centenares de políticos, para que estos puedan dedicarse a sus menesteres. Si los ayuntamientos pudieran incrementar sus ingresos con lo que se despilfarra en las diputaciones seguro que no estarían tan asfixiados.
A todos los enchufados se les llama eufemísticamente cargos de confianza, pero a mi me maravilla que un político para trabajar necesite tanta gente de confianza, ¿tanto desconfían de los funcionarios que han obtenido su plaza por oposición? A lo mejor resulta que pasa como en Almería que luego ni se conocen.