El camino de la discordia
Jerez Actualizado: GuardarLos vecinos del Camino 173, en la barriada rural de Las Pachecas, siguen en pie de guerra. Lejos de que se apaciguaran los ánimos tras los últimos acontecimientos –manifestación incluida– la tensión se puede palpar en este paraje en el que la vida debería ser, en principio, de lo más tranquila. Este sendero es el protagonista mudo de un crudo enfrentamiento vecinal que casi cada mes lleva a sus habitantes a los tribunales, de una parte o de otra. Lo que debería sólo ser un problema administrativo, ha derivado en graves enfrentamientos personales.
«Ya me resulta imposible vivir aquí», asegura José Lozano. «Todavía no ha pasado nada pero puede pasar», dice con semblante serio. Este vecino mantiene que sobre la acequia que transcurre junto al camino –propiedad de la Comunidad de Regantes aunque está en desuso desde hace veinte años– no se pueden construir entradas para parcelas que, siempre según él, ni siquiera aparecen oficialmente en los originales planos de colonización.
José ha ido a más de treinta juicios en los últimos años y aún tiene varias causas pendientes debido a incidentes con sus vecinos. Incluso ha pasado un par de semanas en prisión. En el último juicio, las dos partes alcanzaron un acuerdo por el que se suprimían las órdenes de alejamiento entre éste y el resto de sus vecinos (algunas de ellas recíprocas) y a él se le condenaba a pagar una multa y las costas del juicio, además de que se le sumaban antecedentes.
El próximo 17 de diciembre será Lozano el demandante en una nueva vista debido a la manifestación que el resto de los vecinos protagonizó en este camino el pasado mes de agosto. «Nadie me escucha», insiste al referirse a la empresa de camiones que trabaja desde una de las fincas implicadas en el conflicto. «El Ayuntamiento dice que los camiones de la basura no pueden entrar a recogerla en las casas porque el camino es demasiado estrecho pero ¿sí pueden pasar estos trailers todos los días? Ya no me reciben cuando voy al Ayuntamiento». Tras muchas quejas y denuncias, esta empresa de transporte tiene un expediente abierto y Lozano asegura que «siguen entrando y saliendo camiones todos los días».
La portavoz de las demás familias implicadas, Elena Molina, asegura que «la situación ha empeorado. A mi hermano pequeño, que es menor, lo están acosando. Si antes se saltaba la orden de alejamiento –dice en referencia a Lozano– imagínate ahora». De hecho, la joven ya no vive allí «porque lloraba todos los días. Se nos tiraba encima con el coche». Desde agosto hasta ahora, los vecinos han protagonizado nuevos y graves enfrentamientos, según relata Elena: «A mi otro hermano lo esperaron a la puerta de su casa con un palo». Por supuesto, todo está denunciado.
Según las otras familias, este vecino les había pedido una compensación económica por abrir entradas sobre la vieja acequia –de unos tres metros de ancho– que discurre a lo largo del camino: «Él no es nadie para pedir dinero por las entradas», aseguran. De hecho, algunos de los enfrentamientos han surgido a raíz de estos accesos a las fincas. En muchas ocasiones, era la Guardia Civil la que tenía que acudir a poner paz.
Con respecto a la empresa de transporte, propiedad de la familia Molina, la portavoz es contundente: «Por delante de su casa no pasan. Esa parcela, además, es de suelo industrial según el sello del IBI. Cuando se las ve muy gordas, siempre dice que éste es el problema». Según cuentan, «el vecino se planta con el coche en la curva del camino para que no puedan pasar los camiones hacia la parcela».
Sin entendimiento
Tras cinco años de idas y venidas al juzgado, la buena vecindad parece imposible en este lugar. Para Lozano la única vía posible para cierto entendimiento, o al menos, cierta convivencia pacífica, es «que las administraciones intervengan y que no nos quiten nuestros derechos a los colonos. Parece que no quieren meterle mano a esto y tienen que aplicar las leyes».
Según Elena Molina, «el Ayuntamiento está mediando. Estamos dispuestos a alquitranar el camino, que él dice que lo han roto los camiones cuando en realidad lo ha roto él al meter una nueva tubería de agua. Planteamos esta solución cuando se nos preguntó qué podíamos poner nosotros de nuestra parte».
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