ANÁLISIS

A porta gayola

El asesinato de una mujer en Pontevedra a manos de su pareja ha puesto de nuevo de relieve cómo nuestro sistema penal y penitenciario se revela, una vez más, ineficaz para proteger a las víctimas, y por ende a toda la sociedad, de posibles agresiones. Una vez más, un preso, mientras disfruta de un permiso, vuelve a cometer los mismos delitos por los que está cumpliendo condena. No es este un fenómeno exclusivo de la violencia machista.

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Cada día los diarios recogen noticias de delincuentes de toda índole que bien durante permisos, bien una vez extinguidas sus condenas, reinciden en el mismo tipo delictivo que inicialmente los llevó a prisión: pederastas; delincuentes sexuales como aquel que mató a la pequeña Olga Sangrador durante una licencia, o aquel otro que asesinó a dos mujeres policías en prácticas mientras cumplía condena por dos violaciones anteriores; pirómanos; toxicómanos que no bien son puestos en libertad cometen de inmediato algún delito contra la propiedad para procurarse su dosis; o el mismísimo De Juana Chaos, sobre el que pesa la acusación de haber incurrido en presunto enaltecimiento del terrorismo nada más abandonar la prisión. A la vista de los hechos parece claro que algo no funciona, y es que no basta purgar una pena para que la víctima y por extensión toda la sociedad estén a salvo.

Si no desaparece la causa que motivó la conducta podemos estar seguros de que, más pronto que tarde, ese comportamiento reaparecerá, y será mucho el dolor y puede que las vidas que paguemos por ello. No podemos reducir la función del sistema a esa mera retribución, porque, dejando al margen razones de generosidad, es, sobre todo, poco práctico. Es la modificación de la causa que dio origen al delito (llámesele reeducación, reinserción o terapia) el único medio posible para proteger al inocente. Hechos como el que han dado lugar a este artículo ponen de relieve que es urgente un replanteamiento global del modelo.

De nada servirán el endurecimiento de las penas ni su cumplimiento íntegro: como hoy, nada más salir de la cárcel, el asesino irá al igual que el toro que sale de los toriles a descargar su furia incontrolada contra víctimas inermes. Y parece que la única opción que nos queda es recibirlo, rodilla en tierra, a porta gayola.