«Tengo años en blanco»
El autor de 'Hoy no me puedo levantar', el musical español más rentable de la historia, prescinde de Mecano en su nuevo espectáculo: 'A'
Actualizado: GuardarNacho Cano pide a su asistente incienso del monasterio de Silos, donde se retira a veces en busca de sosiego. «Lo hacen en Sevilla con un montón de especias distintas. Te lo voy a poner para que nos dé buen rollete». El 17 de diciembre estrena su nuevo musical, A, ya sin las canciones de Mecano que convirtieron Hoy no me puedo levantar en el espectáculo teatral más rentable de la historia en España. A sus 45 años, el músico madrileño no descarta el regreso del grupo y se ríe de su imagen de iluminado: «Nunca he ido de budista, me gustan demasiado el mambo y las tías».
-¿Cuántas horas duerme?
-Tres o cuatro. Desde que me operaron del estómago en México me he quedado así. Quisiera dormir al menos seis horas, aunque me hicieron un estudio de sueño y en tres horas no muevo ni un dedo. El 90% del tiempo en fase REM, sin un ronquido. Me quedo como muerto.
-El día le dará mucho de sí.
-A las seis de la mañana llego el primero al Retiro. Corro una hora y a las ocho doy clase de aikido durante hora y media. Trabajo. Después de comer me echo una pequeña siesta. Y a las nueve hago bikram yoga, un yoga que se practica a 40 grados.
-¿Cómo está su estómago?
-Llevo dos operaciones, la primera con laparoscopia y en la segunda me abrieron. No estoy bien, porque el cuerpo tarda cinco años en estarlo.
-¿Fruto de los distintos excesos del pasado?
-Me imagino. No trato de ocultar que me he pasado un poco. Me he metido a tope en su época. Y estuve jodido. Si tengo que pasar por el quirófano de vez en cuando supongo que tiene que ver con un tiempo en el que pensaba que mi cuerpo lo aguantaba todo.
-¿Tiene periodos en blanco?
-Tengo años en blanco. A los 17 mi padre me daba mil pesetas a la semana. Se metió en una letra para comprarme mi primer piano. Y yo quería sintetizadores, cajas de ritmos... Todo era trapichear, siempre andaba pillado, pidiendo préstamos a la compañía. La primera vez que fui a Autores se había acumulado un dinero. Cobré mi primer talón: cuatro millones de pesetas. De 1981. Imagínate.
-Y se volvió loco.
-Como una puta cabra. Invité a todo el mundo. Viví de fiesta en fiesta -trabajando siempre- hasta un punto de inflexión a los 23. En Londres tuve un momento chungo, una operación de apendicitis que se complicó porque me había pasado con la coca y con otras historias. Recuerdo que cuando desperté me fui a la National Gallery, a la tumba de Tutankamon. Y decidí que me hacía vegetariano. A partir de entonces me he cogido algún cebollazo, pero recuerdo lo que ha pasado.
-Albert Plá dice que componer puesto es una faena.
-Yo nunca lo he hecho. Necesitas toda tu percepción, todo tu sentimiento. Puedes componer colocado, pero después lo escuchas y es una mierda.
Pecador y capitalista
-Usted ha cumplido el sueño de muchos: ser una estrella del rock. ¿Cómo se siente uno en un escenario con una masa enfervorecida a sus pies?
-Te sientes... Poderoso. Hay un flujo de energía no ficticia, mensurable. Yo me dejaba la vida en cada concierto, y después de tres horas tenía mucha más energía que al principio. Es un fenómeno que los físicos demostrarán algún día. En la Antigüedad se pensaba que cuantos más rezaban juntos, más cerca se estaba de Dios. Suena un poco a Rappel, pero el efecto de corear una canción crea un magnetismo espiritual, atrae la energía del cosmos.
-¿Crea mono?
-Sí. The Police, Springsteen o los Stones tendrían que estar en su mansión tomándose un chato. Y no pueden parar.
-Vuelven por dinero.
-No, ya tienen muchísimo; sé el que tengo yo y no les llego ni a la suela del zapato... Tienen que salir de gira para combatir su ansiedad, porque si no el mundo se les cae encima. Unas personas pueden pararse a contemplar el viento, otros estamos hechos para no parar. La vida es más rica en movimiento.
-Mecano habrá recibido ofertas para regresar a los escenarios.
-Miles. No estaría mal en algún momento, pero no ahora. A mí me preguntan a diario cuándo regresamos. Porque un grupo tiene sentido si está vigente, recuperar un dinosaurio para ver cuánto rasca...
-¿Mecano no vuelve porque José María no quiere? (Su hermano vive en Londres como cotizado pintor tras un divorcio ruinoso).
-Yo era el que no quería en los últimos tiempos. Ahora como que quiero más... Lo mismo me pasa cuando pienso que quiero tener un hijo: salgo a la calle y decido que quizá hay que pensárselo. El deseo de reunirnos va y viene. Y no basta con que coincidan las tres voluntades.
-Hicieron feliz a mucha gente, sus canciones forman parte de la memoria sentimental de varias generaciones.
-Y siguen haciendo feliz. El año pasado Mecano colocó tres discos en la lista de ventas de Navidad. Dieciséis años después de separarnos. ¿Si cuando estábamos vigentes sólo colocábamos un álbum! Eso significa que las generaciones jóvenes apuestan por nosotros, porque los de mi edad ya tienen el disco.
-Y pagaron 70 euros por ver Hoy no me puedo levantar.
-Hubo una persona que la vio cien veces. Yo no me entero de las cifras. Si te digo la verdad, prefiero no enterarme. Mi relación con el dinero se basa en que, cada quince días, le pregunto a mi secretaria cuánto hay. Soy de los que creen que para hacer dinero lo mejor es no pensar mucho en él. El tiempo que inviertes en pensar cómo hacerlo no lo estás fabricando.
-¿En los tiempos de Mecano no veía las listas de ventas?
-Hombre, obviamente en el ambiente siempre flota cuánto has vendido. El éxito es una consecuencia. Y siempre va muy unido al fracaso, puedes experimentar el éxito comercial y el fracaso personal. Yo siento que tengo éxito cuando el espectáculo va bien y yo también lo estoy. Un equilibrio que se rompe cuando la economía se va de madre. Y aparece el elemento del que hablo en A: la codicia. Un punto en el que perdemos el norte, y me incluyo.
-Cuente, cuente.
-Jamás he explotado a nadie y nunca he vivido por encima de mi nivel, pero el otro día caí en la cuenta de que tengo siete pianos. ¿Para qué? Antes entraba en una tienda, me gustaba un jersey y acababa comprándome diez del mismo modelo en distintos colores. Ahora intento comprarme sólo lo que me voy a poner. Invierto en cosas para el trabajo. Porque el dinero es un problema, tanto si tienes como si no. Una energía fácilmente corruptora, golosa, que te puede hacer perder la alegría de vivir.
-Eso se dice cuando se tiene.
-Claro. Cuando careces de dinero hay una cosa a tu favor: te preocupa tanto conseguirlo que no tienes ninguna preocupación más. En la supervivencia un bocata es lo máximo, pero cuando puedes elegir entre caviar y bogavante empiezas a comerte el tarro. Y surge la soberbia. Le montas un pollo al pobre camarero de Coslada porque la sopa está fría... Nos perdemos el respeto por asuntos de dinero. Yo no doy lecciones a nadie. Me reconozco pecador, contaminador, capitalista y de todo como el que más. Pero, al menos, me doy cuenta.
Los berberechos de Pe
-Suena muy trascendente viniendo del autor de temas como Maquillaje.
-Bueno, probablemente el sentido del humor sea bastante más filosófico que cualquier teoría. Hay que quitarle hierro a las cosas, no impregnarlas de tanta solemnidad. En mí conviven los dos aspectos. Si contemplas Maquillaje en el contexto de los 80, cuando todos íbamos pintados como una puerta, quizá tenía más sentido que hacer una copia de los Cure diciendo que los fantasmas nos rodean. Yo te hago cincuenta letras de esas seguidas, ¿eh? A ver quién hacía la horterada de Maquillaje. La música que hace sonreír y llega al corazón es la que vale la pena, y ahí pudiera ser que todo vale. Yo la compuse en su momento creyéndomela. Y lo de ahora también.
-Ha firmado la música de la candidatura de Madrid a las Olimpiadas de 2012 y de la boda de los Príncipes. Su último encargo oficial, la apertura del Teatro del Canal en Madrid, se vio envuelto en polémica al gastarse el Gobierno de Esperanza Aguirre millón y medio de euros en la fiesta inaugural.
-Ya no me vuelven a pillar, el próximo teatro que lo inaugure su tía. Estoy harto de este ambiente de falta de respeto. La sección de Política de los periódicos parece una verdulería. Yo no he cobrado nada y me veo en medio... Llevo currando toda mi vida. He vendido millones de discos, he ayudado a que la música española se conozca en el mundo, me han operado cuatro veces... Merezco compasión.
-¿Cómo se ve con sesenta años?
-Si sigo aquí, cojonudamente. Trabajando. Puedo tener un hijo en cualquier momento, porque vivo en mi tiempo, mi oficio me hace estar en sintonía con lo que ocurre. Mucho más que esos jóvenes obsesionados por el dinero, obsesión que yo ya no tengo.
-¿Será padre en breve?
-Me vendría muy bien tener un hijo, pero me cuesta concentrarme en hacerlo. Coño, eso no ha sonado muy romántico, ¿no? Lo veo como un proyecto, con su promoción, su rollo... Y hoy cualquiera te busca un lío. Te juntas con una y al día siguiente sale en Tele 5 denunciando malos tratos. A lo mejor hay que irse a la Polinesia, como Marlon Brando. Y mira cómo le salieron...
-Esa imagen suya de iluminado budista...
-Nunca he ido de budista, me gustan demasiado el mambo y las tías. Hasta que entiendes que el único maestro válido eres tú pasas por muchos. Me gustan las mujeres, como a San Agustín y a San Ignacio de Loyola. No doy lecciones de moral porque no tengo ni puta idea de cuál es el camino bueno. Tanto yoga para llegar a la conclusión de que tienes que evolucionar y crecer... Ahora de tías estoy de secano.
-Tuvo buen ojo con su novia oficial, Penélope Cruz.
-Sabía que iba a llegar muy lejos. Se lo dije entonces: Tú vas a ser la actriz más importante del mundo. Vivíamos en Nueva York y veía que era sólo cuestión de tiempo que los americanos se dieran cuenta. En cuanto se pusiera delante de una cámara se comería al resto de actrices, porque su frescura sólo la podía tener alguien que ha tomado berberechos en un bar de San Sebastián de los Reyes.