Villanos
Entró, entró, la volea del rumano, como cantaba el añorado Juan José Castillo, y así entró por fin en la parrilla de Telecinco algo a lo que ya era posible denominar entrevista con Julián Muñoz. Se la practicó Jordi González el viernes noche, suplantando una vez más al comisario Castilla. Jordi fue a ver al ex alcalde de Marbella a terreno neutral, fuera de la cadena; mientras tanto, el personal de La Noria seguía el asunto desde el plató. Y Julián Muñoz, toreando; cierto que entre una atmósfera como de Curro Romero, con cabreo ritual del respetable. A estos programas suele dolerles el siguiente reproche: que cogen a sujetos célebres por algún dislate y los convierten en telehéroes. Les dices eso y se molestan muchísimo. ¿Qué solución han encontrado? Seguir cogiendo a los mismos sujetos pero, en vez de convertirlos en telehéroes, convertirlos en televillanos. ¿Y cómo se consigue? Abriendo la veda para que el público abuchee, grite, insulte. Ejercicio de justicia popular en el que no participa sólo el público, sino también los periodistas que el programa aporta como agitadores del cotarro. Que a la gente que hace la televisión amarilla le moleste ese reproche es una buena señal: significa que estos señores aún no han perdido del todo el sentido de la decencia.
Actualizado: GuardarAhora bien, nadie logrará convencernos de que la solución aportada es la correcta. Y buena muestra de ello es el bochornoso espectáculo de la otra noche en La Noria, donde el público gritaba o silbaba frecuentemente al entrevistado. Si usted ha visto alguna vez uno de estos programas en directo, sabrá que hay una figura que se llama regidor y que sirve para indicar al público qué tiene que hacer en cada momento. Conociendo el paño, no me extrañaría que detrás de los abucheos de la otra noche a Julián Muñoz hubiera un aplicado regidor. El espectáculo resultaba un tanto más desagradable porque Muñoz no estaba allí, sino en otro sitio. Y para que el hedor se hiciera insoportable, la pantalla nos mostraba de vez en cuando a Mila Ximénez de Cisneros diciendo cosas tan sagaces y agudas como «está cagao, está cagao», declaración que algún día será revisada como aportación específica de esta señora a la historia de la televisión patria. Ante jueces como Mila, es imposible no experimentar alguna simpatía hacia el reo.