A modo de balance
Se percibe un aumento del interés por la política local, siendo cada vez más los que a favor o en contra expresan una opinión sobre las maneras de gobernar la ciudad
Actualizado:El nacimiento de La Voz, hace cuatro años, supuso un aumento del pluralismo informativo en Cádiz. Yo he tenido aquí, en ésta que seguirá siendo siempre mi casa, el privilegio de un rincón de libertad, que absolutamente nunca ha sido condicionada, para dar cada semana mi propia opinión, muchas veces con contundencia, pero también con respeto y argumentos.
Ahora me falta tiempo para seguir. Sin duda es una medida de buena salud democrática que pueda resultarnos extraño resaltar esa cualidad, el pluralismo, en un momento en el que los propios ciudadanos se convierten en productores de noticias y creadores de opinión, ya sea en blogs o participando con sus comentarios en las noticias que se publican.
Está cambiando la información y la precaución crítica con la que recibimos lo que nos cuentan. Aumenta, también, el interés por el gobierno de la ciudad, ya entendido como algo concreto que decide sobre los quioscos de una plaza o el cierre de los balcones, por fuerza algo nuestro. Lo extraño era esa desgana que no casaba con la querencia con la que celebramos Cádiz continuamente. Pero de estos cambios parece no enterarse aún el gobierno municipal
No cabe en un cartel
Un buen escaparate puede atraer clientes, pero ya dentro de la tienda, todos esperarán algo más que lo que ya vieron desde afuera. Si es sólo fachada, ni comprarán ni volverán a entrar, defraudados. Es lo malo de las simplificaciones, por muy bien decoradas que estén, que deben ser verdad y resistir un poco de profundización.
La última es que el Ayuntamiento ha conseguido la restauración del castillo de San Sebastián, por lo que le agradece a la vicepresidenta del Gobierno, que es quien realmente restaura, su «apoyo».
Es decir, según el diccionario, labores auxiliares o un favor. Es cierto que el Ayuntamiento propuso allí un auditorio, pero ese proyecto se descartó. El que se está realizando lo presentó el presidente del Consorcio en Madrid, a finales de enero de este año, con el enfado de la alcaldesa que dijo desconocer ese proyecto y que esperaba que el Consorcio le diera «la oportunidad de dar su opinión sobre lo que la zona debe contener».
Ahora defiende que ha conseguido algo que hace nueve meses ni siquiera conocía. Aunque aquél mismo día, Zarrías anunció que el castillo se cedería a Cádiz después del 2012, hace dos semanas, la alcaldesa se lo pedía, como iniciativa propia y nueva, a Fernández de la Vega. Ya verán como lo recordará cuando se ceda.
Otro ejemplo de despropósito informativo es el entusiasmo con el que el Ayuntamiento ha celebrado la sentencia que obliga a la Junta a cederle parte del local del ambulatorio de La Laguna, justo cuando esos almacenes iban a emplearse en ampliar consultas. Aunque lo vivan como una victoria judicial sobre el adversario socialista, lo que supone esa sentencia es que los vecinos del populoso barrio tendrán un ambulatorio más chico y peor, o la incomodidad, gravosa en algún caso de mayores e impedidos, de tener que recibir las prestaciones en dos edificios distintos. ¿Hay que alegrarse de eso?
Participación ciudadana
Se dice que ese local será para actividades vecinales. Habría que atender la opinión de la asociación, pero dudo que nadie quiera cubrir una necesidad desvistiendo otra. De hecho, el Ayuntamiento cuenta poco con el movimiento vecinal. Hace ya tres años y medio que la Federación de Asociaciones de Vecinos 5 de Abril le presentó al Ayuntamiento su propuesta de participación. Ese Reglamento de Participación Ciudadana se estaba negociando antes de las últimas elecciones municipales, pero el Ayuntamiento suspendió unilateralmente las reuniones.
En su lugar, se instauró un sistema de distritos. El modelo es descorazonador porque supone, en la práctica, renunciar a la implicación de los vecinos en sus barrios, asumiendo responsabilidades en común. En su lugar, se opta por el paternalismo de alguien impuesto desde la Administración, como ente superior a los ciudadanos, para solucionarles los problemas que surjan. Y ni siquiera son eficaces esos distritos: en diez meses sólo recibieron 150 consultas.
¿Qué teme el Ayuntamiento de sus vecinos? O no los cree capaces o desconfía de su independencia política. Como dice el Reglamento Tipo de Participación Ciudadana de la FEMP, esa norma no otorga al ciudadano el derecho a participar en los asuntos públicos de su municipio, que ya está reconocido en la Constitución, sino que habilita un cauce para que lo ejerza.
Pero es más grave. Con la actual legislación de Régimen Local, las decisiones de esos órganos no pueden ser nunca vinculantes. Son órganos de información y opinión. Negar ese cauce es negarles a los vecinos su derecho a conocer en profundidad la política local y a expresar, dentro del Ayuntamiento, lo que les parece. Ya no se lo admitirían.
Dejo estas opiniones semanales en un buen momento para el sentido crítico en la ciudad. Mi agradecimiento a los que me han seguido en estos años y a quienes me abrieron esta ventana. Hay vida y salud aquí. Al cabo, el único peligro insuperable es empadronarse en la apatía.