TRES MIL AÑOS Y UN DÍA

20 años en las trincheras del sida

Chico de 30 años con VIH controlado busca chica de 28 a 40 años con VIH para relación seria no malos rollos kieres ser feliz contacta conmigo Cádiz». El anuncio aparece colgado en internet y demuestra la relativa normalización del sida, el virus rosa que intentó acabar con el amor libre en el último tercio del siglo XX y que se llevó a la tumba a miles de gaditanos, confesos o no de un mal que durante años fue considerado un tabú.

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Ya no lo es tanto y, en vísperas del Día Mundial del VIH que se conmemora mañana lunes, habrá que recordar en tal sentido el activo papel de los comités anti-sida como el del Campo de Gibraltar, o de la Asociación Jerezana de Ayuda a Afectados que llevó el hermoso nombre de Siloé. La pandemia se llevó a buena parte de una generación: homosexuales o heterosexuales, yonquis o no, en una provincia que conoció algunas de las ratios más altas de consumo de heroína en plena transición. Profesionales como el doctor Manuel Torres Tortosa, del hospital Punta Europa de Algeciras, que viene realizando numerosas publicaciones al respecto, o del hogar Gerasa, que en 1996 fundaron en Chiclana los doctores Vergara, Bascuñana y Girón y por donde han pasado más de 700 pacientes.

Este año, se cumplen veinte de las primeras movilizaciones mundiales entorno al VIH y el sida, que han buscado la visibilización de su problemática y que, aún hoy, sirve para reclamar el principio de equidad en la asistencia y respaldo en función de las distintas comunidades autónomas: «Queremos dejar claro que el problema del VIH nos afecta a todos y a todas por igual, indistintamente de la orientación sexual, condición social, etnia o estilos de vida. Sin embargo, las circunstancias de algunos sectores de la población hacen que éstos se encuentren en un contexto de mayor vulnerabilidad ante el VIH. Mujeres inmigrantes, hombres que tienen sexo con hombres, transexuales y las personas privadas de libertad se enfrentan a una situación que requiere especial atención. En esa misma línea, la juventud se enfrenta a un escenario con carencias en materia de educación afectiva sexual, por lo que reivindicamos que se ejecute la ley en este sentido, ya que es una necesidad social apremiante», puede leerse en el manifiesto que las organizaciones no gubernamentales han redactado a escala estatal.

En estas dos décadas, el combate contra el sida en Cádiz ha implicado tanto a iniciativas de la sociedad civil -la asociación de Jerez cuenta con un centro de día y una casa de acogida para 20 personas- como al Servicio Andaluz de Salud, que a partir de mañana activará un plan para el diagnóstico rápido de VIH, orientado a los colectivos más vulnerables, que permite la detección precoz de anticuerpos a partir de la recogida de saliva. Y todo ello a pesar de que la evolución de las cifras del sida continúan experimentando una tendencia descendente en Andalucía, como lo demuestra la caída del 22,38% registrado en el número de casos notificados en 2007 respecto al año anterior, con 208 nuevos casos, frente a los 268 registrados en 2006. Se trata, claro es, de cifras oficiales. La realidad, sin embargo, puede seguir siendo otra.

La indigencia sigue siendo un factor de riesgo, pero la transmisión del «bicho» por las hipodérmicas de la heroína parece cosa antigua en Cádiz desde que se puso en marcha el plan de la metadona. Sin embargo, esta provincia cuenta con cuatro centros penitenciarios de primer nivel y en dichos recintos los porcentajes estadísticos del VIH suelen dispararse. Así, la Asociación ANDAD-Madres Unidas contra las Drogodependencias, con presencia en El Puerto de Santa María, suele cargar las tintas en el hecho de que en torno al 18% de personas presas tienen VIH (0,3% en la población general) y entre el 36%-38% de la población reclusa tiene Hepatitis C, una incidencia 16-20 veces superior a la de la población general, tal y como señala esa organización o la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.

No obstante, el mayor riesgo de contagio estriba en pensar que el sida no va con nosotros, una tendencia que se ha multiplicado a partir de que los avances científicos respecto a los retrovirales y la posibilidad no muy remota de encontrar una vacuna eficiente, ya provoca menos rechazo pero, al mismo tiempo, ha hecho bajar la guardia en cuanto a las cautelas. Así, durante las últimas décadas ha crecido el número de seropositivos entre los heterosexuales por vía de coitos sin profilácticos eficientes -los preservativos de látex frente a los de carnero o las pintorescas recomendaciones de abstinencia que, según todos los estudios, no han servido de nada-. Pero una cosa es luchar contra el sida -la crisis puede recortar los fondos de investigación- y otra combatir los prejuicios. Ahí, dentro y fuera de Cádiz, todavía queda una largo camino por delante. El Informe Discriminación y VIH/sida, financiado por la Fundación para la Investigación y la Prevención del sida en España (FIPSE), revela que en España aún existen prácticas discriminatorias en el ámbito sanitario, como el aislamiento del paciente no justificado; en el laboral, en ocasiones la seropositividad dificulta el acceso a un trabajo y el mantenimiento del empleo y, por último, la aplicación errónea del criterio de «enfermedad infecto-contagiosa» al VIH (Virus de Inmunodeficiencia Humana) para restringir el acceso a balnearios, residencias, pisos tutelados, becas de estudios, visados, la contratación de seguros o una hipoteca. ¿Habrá vacuna contra eso?