Los terroristas buscaban el 11-S de Bombay
Los miembros del comando integrista capturados por las fuerzas de élite confiesan que su objetivo era destruir los hoteles y matar a miles de clientes
Actualizado:«Las operaciones militares han concluido». El primer ministro indio, Manmohan Singh, pronunció ayer la frase más esperada en Bombay. Unas palabras que llegaron después de una intensa madrugada en la que los Gatos Negros, unidad de élite de la Guardia Nacional, lograron acabar con los tres últimos terroristas que permanecían atrincherados en las plantas del hotel Taj Mahal y liberar el reducto de clientes que permanecía en manos yihadistas desde el inicio de los ataques terroristas lanzados en la capital india el pasado miércoles.
Anulada la resistencia, los investigadores registran ahora habitación a habitación los dos hoteles y el centro judío capturados, por el temor a que los terroristas hubieran colocado cargas explosivas con temporizadores para provocar una nueva masacre. Este temor se acrecentó tras la filtración a la prensa local de la confesión de Azam Amir Kasav, uno de los ocho yihadistas detenidos por la Policía, como informó el director general de la Policía de Maharashtra, A. N. Roy.
Según recogen los medios de información indios, Azam, un joven de 21 años perteneciente a la organización independentista Lashkar-e-Taiba, grupo ligado a las acciones armadas en la región de Cachemira, habría declarado que se inspiraron «tanto en el 11-S en Nueva York, como en el atentado contra el hotel Marriott de Islamabad» y que el objetivo final era «derribar los hoteles para provocar el mayor número posible de víctimas».
Disparar a discreción
Tanto en los centros hosteleros como en la estación del ferrocarril y el restaurante afectados también por los ataques, la consigna era «disparar a discreción contra la gente» que en esos momentos estaba en el las instalaciones, independientemente de su nacionalidad.
El grupo terrorista que desembarcó en Bombay estaba formado por «veinte o veinticinco» miembros, según la Policía, «bien entrenados y armados» y sus acciones provocaron 195 muertos y 295 heridos, como recoge el Centro de Gestión de Desastres de la capital, 23 de ellos extranjeros y el resto indios.
Las bajas en la parte de los terroristas, todos ellos de origen paquistaní y de la provincia de Punjab, ascienden a trece. Los investigadores tratan de aclarar si si finalmente dos de ellos gozaban o no de pasaporte del Reino Unido.
Dos fueron precisamente los activistas que reservaron la habitación 630 en el hotel Taj Mahal, el pasado 22 de noviembre, para quedarse allí hasta la fecha del ataque. Sin embargo, según las agencias locales, el grupo habría estado al menos un mes entrando tanto al Taj Mahal como al Trident-Oberoi para ir almacenando explosivos y armamento. Para ello, los terroristas utilizaban camiones y furgonetas de las subcontratas, en las que accedían camuflados como los empleados que abastecen habitualmente a los establecimientos hoteleros.
Por otra parte, según siempre la confesión de Azam Amir Kasav, el grueso de la célula terrorista llegó en barco tras secuestrar un pesquero con cinco tripulantes a bordo. La aproximación hasta las costas de Bombay se produjo en botes más pequeños, uno de los cuales ya ha está en manos de la Policía.
Después de tres días de ofensiva, los ochocientos militares y doscientos hombres de las fuerzas especiales de la India lograron cerrar esta crisis. Todavía queda por concluir las investigación sobre la autoría de la masacre. Para ello están ya sobre el terreno terreno efectivos de las agencias de seguridad de Reino Unido, Estados Unidos. A ellos podrían sumarse miembros del ISI de Pakistán si finalmente termina por confirmase la llegada desde Islamabad.