PORTE. Edificio ubicado en la calle Corredera. / LA VOZ
Jerez

Manhattan ya está en Jerez

El antiguo edificio donde estuvo en su día el Hostal Imar se ha convertido en una moderna planta de cristales oscuros

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En la calle Corredera, pegado al edificio de la Caja de Ahorros -como siempre se le ha conocido en la ciudad de Jerez- se ha corrido el telón que tapaba una gran obra y ha quedado lo que ha quedado. Y hablando de quedar algunos jerezanos se han quedado estupefactos con el resultado final con el que se han encontrado. Lo cierto es que hay opiniones para todos los gustos. De aquella fachada diseñada con mosaicos cerámicos coloreados por el gran arquitecto Fernando de la Cuadra Irízar poco ha quedado. Lo proyectó don Fernando en el año 1956, aunque fue en 1960 cuando se comenzó con la ejecución propiamente dicha. Se trataba del antiguo Hostal Imar, que posteriormente acogió comercios y oficinas.

Actualmente pertenece a Basilio Iglesias, y tras la remodelación a la que ha sido sometido, el resultado es el que vemos cuando pasamos por allí y que aparece igualmente reflejado en la imagen que acompaña a esta información. Una gran fachada de cristales oscuros que le dan un cierto toque moderno y cosmopolita. Parece un edificio sacado de la Gran Manzana de Nueva York. Los jerezanos pasan ahora y se quedan mirando las alturas del bloque. «No pongas mi nombre, hijo, pero aquí en Jerez cualquier cosa vale. Eso es lo que me inspira al ver lo que han hecho en este edificio», comenta un jerezano que trabaja por las cercanías.

Beneplácito

Otro señor, en cambio, se pregunta cómo ha sido posible que haya recibido el beneplácito de quienes se ocupan de la política urbanística de la ciudad. «Es increíble. Ahí más abajo, un señor quiso hacer una reforma y lo tuvo que dejar porque lo aburrieron. No podía hacer esto, no podía hacer aquello, era imposible llevar a cabo lo que tenía en mente. Total que al final no hizo nada», comenta mientras señala el otro extremo de la Corredera.

Dicen que ahora irán destinadas oficinas. Sin duda el sol de julio no se va a colar en el interior a tenor de la opacidad de sus brillantes cristales. Toda transformación trae consigo los consiguientes pareceres de los ciudadanos. Y, desde luego, opiniones las hay para todos los gustos. Sin duda, el antiguo edificio que albergó el Hostal Imar no ha dejado a nadie impasible ni indiferente. Pero el paso del tiempo nos irá acostumbrando poco a poco a la nueva imagen. Qué remedio queda.