TRANQUILO. Javi Gracia observa a sus jugadores al término de un entrenamiento celebrado en El Rosal. / ROMÁN RÍOS
Cádiz C.F.

Cambios para seguir igual

Javi Gracia aprovecha la intensidad del calendario para mover su banquillo y realizar tres cambios en el once del que jugó ante el Écija

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La vida da tantas vueltas que parece mentira que Carranza haya cambiado su semblante en apenas solo unos meses. Los pitos se han convertido en aplausos y la crispación ha dado paso al buen rollo y a la unidad en la grada. También hay bostezos, pero no se parecen en nada a los de an-taño. Los que se ven ahora en las gradas del estadio gaditano se achacan más a la superioridad insultante que el equipo amarillo transmite sobre el campo que a la desidia que rezumaba un equipo lleno de estrellitas pero carente por completo de orgullo. Porque si todo este entorno ha cambiado de la noche a la mañana ha sido por los aires renovados que ha traído un Javi Gracia, que desde el primer día que llegó se preocupó por pedir al entorno que hiciera borrón y cuenta nueva con su equipo. Que los que acababan de llegar no tenían ni pizca de culpa del desastre que se había producido en el mes de junio. Y la afición, sabia como nadie, le respondió -y le sigue respondiendo- como Dios manda.

Esa unión equipo-afición, junto al insaciable trabajo que día a día se lleva a cabo en El Rosal está consiguiendo unos números de récords que de nada servirán si a finales de Liga no se consigue el objetivo obligado.

Catorce partidos, incluída la pájara de Carranza ante el Conquense, han bastado para demostrar que a este Cádiz se le queda pequeña una categoría que, ojo, encierra una última puerta que lleva directamente al abismo o a la tranquilidad del deber cumplido.

Que no decaiga

Visto lo visto, a este Cádiz lo único que se le puede pedir de aquí al final de Liga es que no decaiga la intensidad de su juego. De hecho, y aunque sea mínimamente criticable, en determinados momentos de los partidos el equipo de Gracia experimenta un bajón alarmante que le hace bajar los brazos con ciertos aires de arrogancia en su juego. Como si estuviera jugando contra un pelele. Son esos los momentos que hay que borrar por completo de un equipo que, inconscientemente o no, considera que puede relajarse ante la inferioridad del rival de marras.

La afición disfruta del caminar rápido y seguro de su equipo pero no es menos cierto que anda mal acostumbrada. Con o sin razón, en Carranza no se está sufriendo pero tampoco se está disfrutando en exceso. La parroquia da por hecho la victoria y lo que le espera es ver un chaparrón de juego y goles de un equipo que semanas tras semana aporrea la puerta de Segunda.

Y en estas se presenta hoy el Marbella, el quinto mejor equipo como visitante del Grupo IV. Por suerte o por desgracia, más bien lo segundo, el único que avisa del peligro del contrario es el entrenador cadista, quien durante esta semana ha alertado a sus pupilos sobre las jugadas a balón parado del once marbellí.

Tres cambios en el once

Para este encuentro, Javi Gracia se ha vuelto a excusar en su política de riesgo cero para dar vidilla a su banquillo. Con Raúl López y Juanma renqueantes y Fran Cortés a medio gas tras superar un virus gástrico a mitad de la semana, el técnico navarro dará por primera vez la oportunidad de comenzar desde el principio a David García, que se situará en el lateral izquierdo. Menos claro lo tiene con el sustituto de Juanma en la banda, tras caerse de la convocatoria a última hora Fran Cortés. Las alternativas que se le presentan son dos. Rosu, que vuelve a una convocatoria, y Ló-pez, que en los pocos minutos de que dispuso el domingo ante el Écija dejó detalles de verticalidad. Las dudas son menos en la punta del ataque donde Rubiato verá como Toedtli vuelve al área después superar sus molestias en el tobillo.

acarbonell@lavozdigital.es