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La gran depresión

La crisis económica y laboral ha provocado un aumento de los cuadros depresivos y de estrés entre trabajadores y desempleados

MIGUEL DOMINGO GARCÍA
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Ante la ventana, un hombre se desbrocha el cuello de la camisa. Siente sudores fríos y le duele la cabeza. Le acaban de comunicar que su empresa tiene planes de llevar a cabo un expediente de regulación de empleo. Un ERE, dos sílabas que últimamente escucha continuamente en los medios de comunicación y cuyo significado entiende ahora mejor que nunca: su empresa despedirá a buena parte de los empleados de su trabajo. Quizá él sea uno de ellos. Pero aún no lo sabe.

De nuevo siente sudores fríos, dolor de cabeza, nerviosismo y ansiedad. Puede que esta noche ni siquiera logre dormir, mientras le da vueltas a la cabeza a los cálculos de la hipoteca y los regalos de Navidad. Ha perdido hasta el apetito: síntomas indudables del estrés, de la ansiedad y de cuadros semidepresivos que, como este empleado anónimo, sufren cada vez más trabajadores de la provincia, debido a la presión que provoca la incertidumbre de la crisis económica y la amenaza del desempleo laboral. La situación, por desgracia, no es anecdótica ni desconocida.

«Indudablemente las personas que se quedan sin trabajo entran en un estado traumático, explica el psicólogo laboral gaditano de la Cínica Costa Oeste, Pedro Cardeñosa, que considera, que advierte cómo lo realmente novedoso actualmente son los casos de ansiedad entre quienes aún no han sido despedidos, pero se enfrentan a la amenaza de una pérdida de empleo, especialmente «de cara a un mercado laboral que ha cambiado», y en el que el tiempo en que se encuentra un trabajo de similares características se alarga.

En estos casos, el problema más generalizado, según Pedro Cardeñosa, es el de «estrés anticipatorio», y lo compara con un salto en paracaídas: «Justo antes del salto, los paracaidistas sufren este tipo de estrés, que padecen también quienes temen perder el empleo». Puede manifestarse en síntomas como «ansiedad, abuso de tabaco o café, e incluso la pérdida de defensas, que provoca que muchas personas enfermen por gripe», explica el psicólogo portunese. Las reacciones somáticas pueden llegar, incluso, a la aparición de eccemas, afirma Cardeñosa, que explica cómo uno de sus pacientes llegó a sufrir el empeoramiento de un problema de soriasis que ya padecía, durante una regulación de empleo «que ni siquiera llegó a afectarle».

En esta situación se encuentran, por ejemplo, los empleados de todas aquellas empresas que han anunciado expedientes de regulación de empleos, ERE, el procedimiento prescrito para los despidos que abarcan a más de cinco empleados. Generalmente no es inmediato, ya que debe ser negociado con los representantes de los trabajadores, y durante ese tiempo los problemas de estrés se multiplican.

«Ya no duermo igual»

En la provincia de Cádiz, desde enero hasta el mes de octubre, más de 16 empresas han anunciado el inicio de expedientes de regulación de empleo, lo que se traducirá en el despido de casi 400 trabajadores. Entre las últimas, ya en el mes de noviembre, compañías como ONO o la fábrica de viviendas prefabricadas Barcons, que recientemente anunció un ERE que ya ha sido aprobado por los trabajadores.

«Se te viene el mundo encima, se te agria el carácter, el trato con la familia empeora», describe Cristóbal López, uno de los empleados de esta empresa portuense, al hablar de cómo se sintió cuando se confirmó la noticia del despido. Como sus compañeros, ya nota los primeros síntomas de la ansiedad: «Te llevas el día nervioso; no comes como antes, ni duermes como antes, porque te acuestas dándole vueltas a lo mismo todo el día». Uno de sus compañeros, recuerda, llegó a necesitar tratamiento hospitalario por un problema cardiaco fruto de la presión nerviosa. López, además, cumple este próximo mes 51 años y como él reconoce con esa edad la perspectiva de encontrar un nuevo trabajo se estrechan: «A los trabajadores con esa edad les afecta mucho más».

El «salto» al vacío

Una situación y cuadro de enfermedad diferentes lo viven los que definitivamente llegan a perder el empleo y por consiguiente se enfrentan a un ahogamiento económico. Quienes dan ese «salto al vacío» (siguiendo con la metáfora del paracaidista, a veces sin paracaídas), abandonan estados de estrés para entrar, en la mayoría de los casos, en estados depresivos o semidepresivos.

«La pérdida de empleo es psicológicamente equiparable a la ruptura matrimonial, pues modifica una manera de continuar con la vida y la rutina», afirma Nekane Rodríguez, directora general de la consultora de Recursos Humanos Creade, que explica cómo el «mercado actual ya no acepta que las personas que pierden un empleo puedan recolocarse en la misma profesión» con la facilidad de hace apenas dos años.

Los desempleados representan uno de los principales grupos de riesgo de sufrir este tipo de enfermedades psicológicas, según la Organización Mundial de la Salud. Un grupo que en Cádiz supone el 7,34% de su población activa, que la sigue situando como la provincia de España más castigadas por el paro. En términos absolutos, el número de parados es el más alto de la historia en la provincia, teniendo en cuenta que los datos más antiguos se remontan sólo a 1996. Un total de 139.546 personas se encuentran apuntadas en las oficinas del desempleo, según los últimos datos ofrecidos por Servicio Andaluz de Empleo.

En estos casos, los nervios y la ansiedad desaparecen para dar paso a estados de apatía y desánimo, propios de estados de semidepresión. Los que lo padecen pierden la capacidad de reaccionar y de actuar, lo que le lleva a hundirse más, síntomas que según los psicólogos, pueden incluso «contagiarse al resto de miembros de la familia».

La soledad del directivo

La crisis económica, además, provoca un cuadro depresivo más atípico y minoritario, pero igualmente problemático desde el punto de vista psicológico. Se tratad el «síndrome del alto mando», describen desde la empresa de orientación laboral Psicomotivación, radicada en Cádiz.

El perfil del paciente de esta enfermedad: un alto directivo, responsable de una empresa en pleno proceso de crisis, que sin embargo, no pueden hablar de sus problemas en el trabajo con la familia, ni con los trabajadores. Estos casos se dan también en Cádiz, aunque son minoritarios. Los síntomas también se manifiestan con cuadros de semidepresión y apatía, que redunda posteriormente en el ambiente de la empresa.

Tratamiento a 100 euros

La coyuntura económica está repercutiendo ya en un aumento del número de personas que acude a terapia psicológica como las anteriores. Si bien, todavía «siguen siendo pocos» los trabajadores que se ponen en manos especializadas, sobre todo en psicología laboral. «A los tratamientos acuden, en su mayoría, altos directivos», reconocen desde Psicomotivación, que lo achaca a una «imagen elitista» que pesa aún sobre la psicología. «Es falso, ya que un tratamiento completo puede no superar los 100 euros de precio por cinco sesiones», afirman los psicólogos laborales, que especifican cómo su especialidad va más allá de la imagen del diván. Otros tratamientos en aumento son los medicamentos destinados a controlar problemas nerviosos y de depresión, como ansiolíticos o antidepresivos, que en la provincia de Cádiz ya se sitúan como el cuarto tipo de medicinas, tras los analgésicos y antinflamatorios, como informaba ayer este periódico. En este sentido, en Cádiz se vendieron en 2007 más de un millón de envases de medicamentos para tratamiento del estrés. Sin embargo, explican los psicólogos, éstos sólo solucionan los síntomas, pero no los problemas laborales que los originan.

mgarcia@lavozdigital.es