Improvisar
Actualizado:Según la Real Academia Española, improvisar en su primera acepción significa hacer una cosa de repente, sin preparación previa y en su segunda acepción, significa hacer de este modo poesías, discursos, etc.
No hace mucho tiempo a los artistas en general y a los músicos y pintores en particular se les reconocía en función de su habilidad para improvisar. Un improvisado sólo de guitarra podía llevar a la locura transitoria a muchos jóvenes, pero lo que se destacaba con especial énfasis no era sólo que el artista lo fuera, sino precisamente su destreza y capacidad para improvisar. Eso era lo realmente destacable, eso era lo que revestía de un halo especial al artista. Más tarde nos dimos cuenta que los auténticos artistas no improvisan, a lo sumo fantasean con algunas melodías o sencillamente, se salen un poco del programa, claro que eso de saltarse los guiones da más prestigio que resta, de este modo, nuestros mitos fueron creciendo en esa nube de fantásticos conceptos de entender el mundo.
Después de la resaca del concierto y una vez que hemos aterrizado en la cruda realidad, hay quien reflexiona y se dice: si estos con los pantalones rotos y casi aporreando una guitarra son capaces de vivir como viven, desde hoy me declaro abierta y públicamente artista, artista ferviente defensor del arte improvisado y efímero.
Hay quien es capaz de gastarse fortunas para convencer a los demás de que es un artista consagrado. Generalmente acaban acusando y culpando de su ruina a su público. De artista lo único que le queda, es su vida de bohemio noctámbulo. Está convencido que cuanto más incomprensible es su arte, mejor artista es.
Los improvisadores frustrados de todas las artes se han profesionalizado y corporativizado. Han llegado a obtener un buen reconocimiento social. Casi sin querer, han creado una escuela que por día tiene más seguidores. Son los que siempre están improvisando, los que siempre están justificando sus modos de improvisar, quienes argumentan que por culpa de sus muchos quehaceres se ven obligados a improvisar.
Francisco Rodríguez Apolo. Jerez