Gorilas descere-brados
Actualizado:Han corrido ríos de tinta después de la muerte de Álvaro Ussía. Es lógico. En este país las muertes violentas son frecuentes pero la de este chico reunía todos los elementos necesarios para convertirse en noticia de portada. Un crimen estúpido cometido por un individuo con pocas luces. Todos podemos tener un momento de ofuscación, de ira, de rabia e incluso de descontrol. Pero aún cuando por un instante, la irracionalidad dirija nuestros actos, es difícil que nos convirtamos en asesinos alevosos.
No ha sido el caso del presunto asesino de este chico. El incidente podría haberse saldado con unas costillas o una nariz rota. Pero no, el descerebrado «pensó» que tenía que hacer daño de verdad y por eso se tiró de rodillas encima del chico y le reventó el corazón. Desgraciadamente, gentuza de este tipo campa a sus anchas en las noches de nuestros jóvenes. Álvaro no es la primera víctima de un altercado a las puertas de un garito. Pero debería ser la última. La regulación de la actividad que desempeñan los porteros de discotecas y bares de copas es estrictamente necesaria.
Hay que evitar que personas sin preparación y cualificación puedan ejercer ese trabajo. La garantía absoluta de que nunca pasará nada a las puertas de un garito es imposible pero la administración debe hacer lo posible para evitar los incidentes más graves. Resulta penoso, que después de lo ocurrido el Ayuntamiento de Madrid se haya apresurado a clausurar decenas de discotecas y locales de copas, empezando por el Balcón de Rosales, el lugar dónde perdió la vida Álvaro Ussía. ¿Por qué se actúa sólo después de un suceso como este?
En varios casos, los expedientes sancionadores se remontan a años. La diligencia administrativa debe ser una norma constante y no sólo un mecanismo usado para tranquilizar a la opinión pública tras un hecho que la conmociona.