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ENCUENTRO. Entrevistada y entrevistadora, en un momento de la charla en la Fundación Teresa Rivero de Jerez. / JAVIER FERNÁNDEZ
TERESA RIVERO PRESIDENTA DE LA FUNDACIÓN TERESA RIVERO

«La expropiación de Rumasa fue terrible por la gente que se quedó en la calle»

«Por los jardines de la Atalaya no paso hasta que nos devuelvan lo que nos quitaron» «José María es un ejemplo para sus hijos, por eso lo admiran profundamente»

ISABEL FLORES
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Teresa Rivero habla constantemente del perdón. Repite que en su familia no tiene cabida el rencor: «José María (Ruiz-Mateos) perdona a los que nos quitaron todo lo que nos pertenecía. Esto se lo ha enseñado a todos sus hijos, a su familia. Que no guarden rencor, aunque claro ». Habla mucho de su marido, lo elogia constantemente. Se quita importancia a ella para enorgullecerse de él. Siempre José María Ruiz-Mateos, el esposo fiel, el padre cariñoso y el gran trabajador. Pero Teresa es una mujer que también vale por sí misma. Es agradable, abierta, muy solidaria y creyente. Gana al natural, se la ve más delgada y joven. En ocasiones ni la pantalla ni las fotos hacen justicia.

Llega con prisas. «Tenemos poco tiempo para la entrevista», me dice después de ser presentada y ofrecerme dos besos y una mirada atenta. «¿Dónde la hacemos?». «Rincones bonitos hay en la Fundación para elegir», le respondo después de dos meses de haber solicitado la entrevista. «Mientras me hacéis las fotos me vas preguntando, que tengo que atender a los invitados». Pero después se relajaría y me hablaría de todo, y muy a gusto, sin prisas.

Había entregado un generoso donativo a conventos y asociaciones, y todos querían agradecérselo y charlar con ella. «Qué cercana es, qué simpática. No es nada engreída con todo lo que tiene», escuchaba yo en los diferentes corrillos a la vez que saboreábamos una copa de sus vinos. Pero debíamos empezar.

-A ver, Teresa, ¿nos vamos a ese rincón junto al balcón?

-Como quiera.

-¿Cuando le nombran Jerez a qué le suena?

-Es que Jerez es mucho. Yo soy de Jerez, he estado viviendo aquí hasta que me casé y no tuvimos más remedio que marcharnos a Madrid por los negocios de José María. Pero todavía tengo mi familia aquí. Mis padres ya murieron pero me quedan mis hermanos y José María también tiene sus hermanos en Jerez. Y, bueno, que somos de Jerez, y eso es muy grande.

-Lo lleva siempre en su corazón.

-Claro, es que Jerez es para mí todo. Es mi pueblo, es lo que más quiero.

-¿Cuántos hijos viven aquí?

-En Jerez tres, y uno en Sevilla. Los demás ya en Madrid. Se casaron allí y están con su familia.

-¿Todos nacieron aquí?

-Todos, menos una. ¿La pobre! (Sonríe en sus recuerdos, quizás, de aquel día que nos cuenta). Yo siempre venía de Madrid, en los veranos, a dar a luz a Jerez, pero ésta me venía en abril y yo no podía dejar a los hijos y a José María solos. De este modo tuvo que nacer en Madrid. ¿Pero es la única! Todos le decimos «tú eres como la oveja negra» (ríe).

-¿Y qué ha aportado la familia Ruiz Mateos a Jerez?

-Pues muchísimo. Mi marido empezó en esta ciudad con el negocio del vino. Luego inmobiliarias, con una empresa de construcción. Aquí tuvieron lugar los primeros comienzos de Rumasa. Después se trasladó a Madrid porque en la capital es donde tenía que llevar los negocios, debido a la gran expansión empresarial que llegó a tener. Pero él no olvida que sus raíces están aquí. En Jerez hace más de cincuenta años echó a andar Rumasa.

-Él no suele venir mucho, ¿no?

-Viene poco. Hombre, viene para cosas concretas. Como tenemos las bodegas Garvey, las visita de vez en cuando, porque tiene que resolver cosas y ver cómo va todo. Pero es que no tiene tiempo, trabaja catorce horas diarias, pero él viene siempre que puede. ¿Si a él le encanta venir! Aunque nació en Rota, pero como ha vivido toda su vida aquí, pues siente mucho esta ciudad y su gente.

-El día de la inauguración de la Fundación Teresa Rivero no se le vio.

-No, no pudo porque tenía trabajo. Pero le hubiese gustado estar ese día.

-Ruiz Mateos es un trabajador incansable, por lo que se ve. No para y además ampliando cada vez más la Nueva Rumasa

-Él dice que es un gran empresario. Y es lo que ha sido toda la vida. Aunque sigue igual que el primer día, a pesar de que ya tiene sus años, pero tiene una cabeza lúcida y clara como si tuviera 30 años. Y después, bueno, que a José María lo que más le ha gustado siempre es trabajar muchísimo y dar trabajo, que es lo importante.

-En estos tiempos de crisis viene muy bien.

-Pues sí, con el paro tan inmenso que hay. Lo peor es esta crisis. Él, cuando ha entrado en empresas, así como cuando ha comprado últimamente, lo primero que le decían era que había que echar a gente. Aquí hay que echar, que sé yo, a 60 ó 200 personas. Y él responde siempre lo mismo: «Si yo compro empresas no es para estar echando a gente. Es al revés, para dar trabajo. Yo soy empresario y lo que vengo es a levantar la empresa, pero con su gente, con las que tiene». Y eso es lo que debería hacer todo el mundo; si no el paro irá aumentando cada vez más. Él hace lo que tiene que hacer.

-¿Dónde tienen la sede de Nueva Rumasa?

-Pues desde la expropiación, porque también nos quitaron la sede, trabaja en casa. Ahora mi casa es como las oficinas, allí están mis hijos, la secretaría... Y a las empresas va de vez en cuando.

-Está claro que Ruiz Mateos invierte en empresas. ¿Cuántos empleados dependen de Nueva Rumasa?

-Yo eso no tengo ni idea. Pero muchos, ¿eh? Muchísimos porque, ya le digo, siguen trabajando todos los empleados de las nuevas que coge, más los nuevos que hayan entrado. Y, tal como están las cosas, mantener los puestos de trabajo de empresas que tienen perdidas, que no van bien, pues es muy meritorio, claro.

-¿Y empresas?

-Muchas. Hoteles, bodegas, empresas chocolateras, lácteas -Hace un gesto con la mano en el aire y moviendo la cabeza de un lado a otro contesta-. Ya son tantas que ni idea. Al frente está José María y los hijos varones, que son muchos. Ellos saben del negocio al igual que su padre, porque él les ha sabido enseñar cómo llevarlos y transmitirles el amor por el trabajo y el esfuerzo.

-Usted me hablaba antes de los bonitos recuerdos de Jerez, pero ¿qué recuerdos tiene de la expropiación del holding Rumasa?

-Tenemos unos recuerdos terriblemente dolorosos. Y muy malos, todos sufrimos mucho. Pero eso sí, y eso lo hemos aprendido de él, hemos perdonado. José María desde el primer momento ha perdonado y no guarda rencor a nadie. Hombre, comprendiendo lo que hicieron. Una cosa terrible, que lo pasamos fatal, sobre todo él y toda la cantidad de gente que quedaron en la calle. Pero, bueno, hay que perdonar y Dios lo tendrá en cuenta y ya está, a seguir trabajando. Si bien José María tiene el empeño, y siempre lo ha tenido, de que le devuelvan lo que le quitaron. Porque se lo quitaron de una manera que fue canallesca. Pero lo que quiero decirle es que él siempre ha sido un hombre. Como tiene una fe tan grande y esa formación

-Todos recordamos los enfrentamientos con Boyer cuando ya ni siquiera era ministro de Economía, con aquella frase que se hizo célebre y parodiada por muchos. ¿Usted cómo veía todo aquello? ¿Lo apoyaba?

-Todos entendíamos lo que hacía. Lo apoyaba yo, lo apoyaban sus hijos... Él lo que quería era que la gente no se olvidara de eso, luchaba para que le devolvieran lo suyo. Es que la cosa fue muy gorda, ¿no? Entonces, si él no hubiera salido con todo aquello... Que era totalmente en contra de su voluntad, porque José María nunca ha sido vanidoso, ni ha querido conceder entrevistas, ni ha querido salir en periódicos. Él se ha dedicado a trabajar.

-¿Y cómo se llegó a esa situación con el Gobierno de González?

-Pues llegó porque querrían ellos que llegara, a nosotros no nos han dado una explicación. Estaban recién llegados los socialistas al poder y decidieron coger el mayor holding de España. Había que desarmarlo, expropiarlo No lo sé, no te lo puedo explicar. Que expliquen ellos por qué lo hicieron. No había ningún motivo para hacerlo, ahí lo que había era una persona trabajando muchísimo y creando puestos de trabajo, y esa cantidad de empresas que tenían y la gente que se quedó en la calle.

-José María, nos dice, es un gran trabajador. ¿Sus hijos han heredado esa virtud?

-Su padre ha sido un ejemplo para ellos y tienen una admiración por su padre enorme, y también mucho cariño, como es natural. Admiración por todo lo que ha hecho. Yo entiendo que es una persona digna de admirar. José María ha dado un ejemplo a sus hijos, que, claro, es normal que estén con él así. Yo creo que hay muy pocos padres en la vida que esté así después de crear ese holding que creó, que se lo expropian, lo calumniasen, lo difamasen, lo echasen allí a Alemania. Porque hay que ver lo que sufrió allí.

-¿Cuánto tiempo estuvo en la cárcel en Alemania?

-Tres meses estuvo. Y después de todo eso se rehace y comienza otra vez a trabajar, y consigue todo lo que tiene. ¿Qué hijo no admira así a su padre?

(Alguien la invita a un concierto en los Jardines de la Atalaya y da un respingo).

-¿No entraría a la Atalaya?

-Por ahí no paso. Que nos devuelvan lo que nos quitaron, entonces iremos a los museos sin rencor ¿eh? Pero por ahí no pasamos.

«¿No se podría hacer el concierto en otro sitio?», pregunta interesada. Pero plantea otra duda: «Todo esto contando que no juegue el Rayo en casa, porque me debo a mi equipo».

-Su equipo, sus 13 hijos, sus 54 nietos, la Fundación ¿Y qué es para usted José María?

-Para mí todo. Se puede imaginar, llevamos cincuenta años casados. Para mí lo es todo, sí.

-Él fue quien eligió el nombre de la Fundación, y quiso que se llamara como usted.

-Yo creo que quiso ponerle el nombre Teresa Rivero por ser de aquí. Él dijo: «Tú eres de Jerez y qué mejor que seas tú quien figure y esté presente de vez en cuando». Aunque no todo lo que nos gustaría por el trabajo en Madrid, para trabajar por Jerez y por contribuir a mejorar la vida de los más desfavorecidos. Y participando de estudios o actividades que trabajen por el progreso social o empresarial de la ciudad. La idea salió en octubre de 2004. Estábamos en una sobremesa con el que fuera alcalde de Jerez, Corchado, y mi marido tuvo la idea de crear la Fundación. Enseguida le apoyamos todos y de momento le ofrecimos la Dirección a Juan Manuel Corchado.

-Cuando baja de Madrid, ¿cómo ve la ciudad?

-Problemas hay en todos los sitios ahora mismo; la cosa no es fácil, claro. Pero a Jerez lo veo precioso, la verdad es que está bonito.

-¿Sigue la actualidad del Xerez? ¿Qué opinión le merece lo que está pasando? Un día parece que se vende, al otro ya no.

-Sí, sí la sigo. No tengo mucha opinión, pues no sé los motivos de por qué ahora no se vende. Este señor quiso comprarlo, pero ahora se echó para atrás. Pero claro que sigo al Xerez, si está fenomenal. Mucho mejor que el nuestro.

-¿Y por qué los Ruiz Mateos no compraron el equipo?

-No podemos porque tenemos el Rayo y no podemos dejar el Rayo y venirnos a Jerez, primero porque no te permite la Federación tener dos equipos y luego por nosotros, que es mucho dinero. Ya con el Rayo vamos de sobra.

-Pero digo antes de comprar el Rayo Vallecano.

-Eso sí me hubiese gustado, pero no se dieron las circunstancias. Pero sigo los colores. Cuando nos enfrentamos, el cuarto o quinto partido de liga, yo no quería que perdiera el Xerez, pero tampoco el Rayo. Yo pedía un empate y, mira, al final empatamos 3 a 3, ¿fíjate!

-Usted me habla de lo bueno y trabajador que es su marido, pero usted es una mujer luchadora. Siempre al lado de los suyos. Pero veo que se quita importancia.

-Es que el mérito lo tiene él.

-¿Qué desea y espera para su extensísima familia?

-Yo lo que quiero es que sigan igual, trabajando, que sean buenos hijos en todo. Personas buenas en la vida y muy cerca de Dios. Nosotros tenemos mucha fe, y eso es lo que aspiramos para nuestros hijos, que sean buenos cristianos, buenos padres y que estén al lado de su padre siempre.

-¿Cómo está José María de salud?

-Esta muy bien, ahora está fenomenal, sobre todo tiene una cabeza clarividente. No sé cómo puede. Todo lo ve, está pendiente de todo y, bueno, mientras que esté así es una maravilla, ¿verdad?

Le doy las gracias y me invita a compartir una copa de Garvey. Mientras bajamos juntas, me intereso por cuántos se juntan en Navidades. «Pues, a ver, entre todos, 69 nos juntamos». «¿Y tiene regalos para los 54 nietos?», le pregunto. «Para todos, un mes antes los voy comprando. Este año toca la Nochebuena en casa». Ya abajo, las responsables de la Orquesta de Joaquín Villatoro le entregan un presente; es una clave de Sol en plata. Teresa les ánima a que se la coloquen. «Ponla en la solapa de la chaqueta. ¿Es preciosa! Muchas gracias a todas». Se hicieron fotos con ella y no paraban de echarles piropos.

Y como hay que ser agradecido, a su vez yo le doy las gracias a Mónica, responsable de prensa de la Fundación, por su eficacia y amabilidad.