CALLE PORVERA

Aquí es más fácil

El alcalde de Madrid anda como loco estos días revisando licencias y cerrando salas de fiesta en su ciudad. Y en el curso de esta cruzada precipitada y propagandística con la que quiere lavar la cara a la desidia anterior -y dar una respuesta mediática a la muerte del joven Álvaro Ussía- han caído enclaves míticos como La Riviera, habitual escenario de conciertos para muchos grupos nacionales e internacionales. No todos pueden llenar estadios con giras mastodónticas ni agotar miles de entradas, pero ahí entraron al rescate salas como La Riviera, que se convirtió en un refugio para la cultura. No todos disfrutan con los grandes espacios, sino que apuestan por el ambiente íntimo, la cercanía con el público, el cara a cara sin artificios, y por eso era el oasis para buena parte de la escena musical.

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Este cierre no sólo ha provocado que bandas como Sidonie, Iván Ferreiro o Stereolab se queden compuestas y sin escenario, sino que ha puesto de relieve que ni en la capital del reino hay una verdadera apuesta por la música, por propiciar un calendario de conciertos, por impulsar un fenómeno cultural que sólo es minoritario en apoyos públicos. Visto desde Jerez, el cierre de La Riviera, además de confirmar la certeza de que pedir respaldos a la cultura musical más allá de triunfitos y grandes éxitos es predicar en el desierto, sólo provoca cierta envidia. Por allí pasaron James Brown, Miguel Ríos, Paul Weller y casi todos los españoles que yo sólo he podido ver haciendo muchos kilómetros. Aquí, la batida de Gallardón sería más fácil: no hay nada que cerrar porque nunca hubo nada para disfrutar. Sí, ahora está la Sala Compañía, pero no está claro que haya voluntad, y tener que hacer tantos esfuerzos puede achicharrar hasta al más voluntarioso.

ppacheco@lavozdigital.es