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Notas trimestrales

MANUEL ALCANTARA
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Los políticos se están examinando todos los días, lo que es injusto si se considera que han estudiado muy poco. Les exigimos, injustamente, que merezcan nuestra aprobación. Algunos confiados votantes aspiran además a que saquen nota en vez de a dar la nota.

Es mucho pedir, la verdad. Ellos, cada uno de su padre y de su madre, y algunos de padre desconocido, lo único que pretenden es arbitrar la convivencia. Lo malo es que no está en sus manos escoger a los jugadores. Si los contendientes observaran las reglas del juego su labor sería mucho más fácil. A la mayoría no les dejamos tiempo suficiente para demostrar lo que no llevan dentro.

La crisis que sufrimos todos, si bien en diferente escala, está determinando que nuestros hombres públicos, que por cierto superan en número al de mujeres públicas, estén sometidos a exámenes continuos. El último Barómetro de Otoño de DYM, que prevé la intención de voto ya que no puede prever el voto, sitúa al PP por delante del PSOE. Un pronóstico arriesgado, ya que se basa en un estado de ánimo, o de desánimo, actual. Cualquier suceso resonante al que se le haya puesto un altavoz adecuado para aumentar su resonancia puede alterar las previsiones. La mayoría de la gente cambia de criterio sin esfuerzo, ya que no tiene criterio, sino inestables adhesiones según le vaya en la feria. Por eso la vida política española es una verbena.

Quizá no debiéramos someter a nuestros políticos a exámenes tan continuos. En general son gentes de buena fe y de pocas luces, pero les asiste el derecho a que su gestión no sea inspeccionada cada lunes y cada martes. Las encuestas influyen y hay mucha gente en cola, más aún que en la cola del INEM, deseosa de apuntarse al vencedor. Con el noble propósito de socorrerlo.