TOCADO. Chávez se seca el sudor de la cara durante la rueda de prensa que ofreció para comentar los resultados electorales. / AFP
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Las grandes urbes castigan a Chávez

El partido del presidente logra el triunfo pero pierde feudos importantes como Caracas

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Las urnas hablaron claro. El chavismo ganó en cantidad, pero la oposición se quedó con la calidad y, además, duplicó su presencia. El presidente, no obstante, se siente vencedor. «El triunfo es hoy de Venezuela. Se ratifica el camino democrático que el pueblo ha escogido». Sus adversarios, por su parte, no podían ocultar su gozo. En cuatro años han arrebatado a Hugo Chávez la mejor parte del pastel, al retener el estado petrolero de Zulia y el turístico de Nueva Esparta, y ganar el populoso y rico Miranda, que incluye parte de Caracas; Tachira, en la frontera con Colombia, y Carabobo, considerado el corazón de la industria.

Además, uno de los acérrimos enemigos del mandatario, Antonio Ledezma, obtuvo la alcaldía de Caracas y los opositores se hicieron con cuatro de las cinco municipalidades capitalinas. Los elegidos recordaron sus diferencias con el mandatario, pero se dijeron dispuestos a «trabajar juntos».

El consuelo para el Gobierno es que el empuje de la disidencia interna se desinfló en los comicios regionales del domingo, donde la participación fue tan elevada que algunos colegios cerraron cerca de la medianoche. Según el Consejo Nacional Electoral, el 65,45% de los cerca de 17 millones de censados votó, rompiendo la tendencia abstencionista de citas anteriores.

Varios medios de comunicación señalaron que el chavismo puso a disposición de los electores medios de locomoción para llevarlos a las urnas. También los llamados 'patrulleros electorales' visitaron las viviendas de los vecindarios para alentar la participación. Los opositores no necesitaron ese empuje. Aprendieron la lección años atrás, cuando su decisión de boicotear los comicios les llevó a quedarse sin representantes.

Feudo familiar

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), creado a comienzos de año para aglutinar los movimientos afines al líder bolivariano, se impuso ante los disidentes en Trujillo, Aragua, Guárico y Sucre. También Adán, el hermano mayor del presidente, logró imponerse en Barinas, aunque con un margen muy reducido, al aspirante de la oposición. Muy cerca de la medianoche, a cañonazo limpio y entre el jolgorio de los simpatizantes, se declaraba sucesor de su padre, el jefe del clan Chávez, quien durante años ocupó el cargo y sobre quien pesan acusaciones de nepotismo y corrupción.

No les fue tan bien a históricos dirigentes bolivarianos. Los ex ministros Aristóbulo Isturiz, que aspiraba a mandar en Caracas, y Jesse Chacón, candidato para la alcaldía de Petare, uno de los barrios capitalinos más conflictivos, así como Diosdado Cabello, ahora ex gobernador de Miranda, recibieron tremendos batacazos. Para el chavismo caer derrotado en Petare es tanto como haber perdido el favor de los sectores más pobres, donde hasta ahora apoyaba su fortaleza. «Siempre voté. Prometían y prometían, pero pasaban las elecciones y nunca cambió nada», dijo a la prensa Cruz Salazar, antigua simpatizante del mandatario populista.

Entre los analistas hay división de opiniones. Nelson Merentes, director del Grupo de Investigación Social XXI, destacó que Chávez ha hecho historia al ganar once de los doce sufragios de los últimos diez años y cree que «todavía mantiene un altísimo nivel de aceptación y un liderazgo bastante fuerte». A su juicio, «queda muy fortalecida la institucionalidad» porque el poder electoral «hizo su trabajo y dio resultados apegados a la decisión del pueblo». Merentes minimizó la derrota del referéndum del 2 de diciembre de 2007, aunque marcó el repunte opositor, que consolida posiciones presentando candidatos únicos.

«Ya no es el único gallo»

Otros expertos sostienen que estas elecciones demuestran que el presidente «ya no es el único gallo del patio. Se le hace más difícil ahorita reconducir su política. Tendrá que recurrir más al diálogo y más a la negociación», sentenció el politólogo José Vicente Carrasquero. El sociólogo Tulio Hernández estimó que «abre una brecha porque las grandes ciudades y los estados más urbanos serán gobernados por la oposición».