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Abierto hasta el amanecer

Álex Corretja y Alberto Costa, dos de los nombres que suenan para sustituir como capitán a Sánchez Vicario

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«Lo vamos a celebrar a lo grande», decía Emilio Sánchez Vicario tras acabar el partido final. En ese momento entró David Ferrer a saco y dijo: «Eso sí, sin alcohol». Ya, y si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta. La expedición española tuvo cena homenaje en el Hotel Provincial (lomo, carne envuelta en pacenta, hojaldre y vino de la tierra). A la ceremonia acudieron directivos federativos, Jaime Lissavetzky, autoridades deportivas en general y los jugadores, entrenadores personales y cuerpo técnico. Después hubo una pequeña ceremonia organizada por Turismo Madrid y un rompan filas que no fue tal porque todos acudieron al mismo sitio. Verdasco entró en el hotel y se dio un gran abrazo con Pedro Muñoz (es el único jugador que aún se trata con el presidente por un pasado lleno de apoyo de Muñoz al tenista). Asimismo, los jugadores tiraron ropa y souvenirs por las ventana a los aficionados que les estaban vitoreando.

En el Avalón, disco pub de moda, el asunto se fue enredando hasta las tantas. Allí estaban todos con una alegría que no les cabía en el cuerpo. Manolo Santana, más feliz que unas castañuelas, estuvo de lo más activo y bailarín. También el benjamín Marcel Granollers y todo lo miraba con aire expectante Alex Corretja, del que se dice que es uno de los dos nombres que se barajan para sustituir a Emilio Sánchez Vicario. El otro es Alberto Costa.

Hubo muy buen rollo, muchos bailes, mucho sudor y mucha tensión descargada. Se bailaron rumbas, cumbias y pop argentino, pero sobre todo se cantó el himno argentino del Mundial de fútbol de México 86. A los galácticos les acosaron de todas las formas posibles, muchas palmadas, abrazos y multitud de fotos. Eran los héroes.

En el otro lado de la celebración, en el lado más discreto, estaba Pedro Muñoz, que al día siguiente se iba para Madrid a preparar las elecciones federativas. Hay quien se está jugando cenas suicidas diciendo que no se va a presentar, pero en el mundillo tenístico se tiene el convencimiento de que sí lo va a hacer. A más de uno el asado le va a salir por un ojo, o dos, de la cara.