Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizCádiz
Opinion

Adiós a Bush y a Ségolène

Actualizado:

no es optimista y vitalista por naturalleza. Uno, aunque sea agnóstico, ha acabado creyendo firmemente en el refrán de que 'Dios aprieta pero no ahoga'. Uno, ya que no puede hallar una buena nueva en esta España tan perdida y dividida y confundida y decepcionante, la busca y la encuentra en el exterior, en la desaparición escénica de Bush y en la derrota de los republicanos en las últimas elecciones norteamericanas así como en la definitiva caída de Ségolène Royal dentro de su propio partido. A uno es que le resultaban idénticamente insoportables y odiosos los discursos de esos dos personajes, lo que cada uno de ellos representaba. Ella la evanescencia buenista, las flores y los pajaritos, el franciscanismo y la impunidad neoprogres; él exactamente lo contrario: el belicismo capullo y la oquedad no ya ideológica sino mental pero camuflada precisamente en la radicalidad ideológica y la histeria integrista. Un fan de Ségolène era todavía más irritante que un sociata de Zapatero porque era como éste pero en fino, sin su incultura general básica y sin su garrote goyesco-cainita, dándoselas de ilustrado y versallesco. Un talibán de los de Bush, por otra parte, posee en el cerebro una simpleza estructural que no le permite ni siquiera tener contradicciones entre su amor a la Cruz y a la silla eléctrica, dos modalidades de tortura a fin de cuentas. Los integristas españoles tienen todavía sus problemas de conciencia, su lío entre el neoliberalismo que quisieran abrazar y la comunión diaria que les retiene. No se atreven siquiera ni a ser liberales de veras, sin el 'neo', por no contrariar a Pío IX, a Wojtyla y a Ratzinger. Pero estamos de enhorabuena en España. Con Ségolène y con Bush -o con McCain y la Palin- en el poder, hoy Pepiño y Aznar estarían más 'heavys' de lo que ya están. Con Sarkozy, en cambio, ha caído 'Txeroki'. Y con Obama se le cierran las expectativas no sólo ideológicas sino también económicas a esa extrema derecha y a ese ultracatolicismo que tanto han crecido en los últimos tiempos.