Denuncian serias irregularidades en la residencia de La Granja

Los mayores de la residencia de ancianos de La Granja están profundamente descontentos con el servicio de comedor, como han corroborado a este medio algunos de ellos y parte de la plantilla del centro. Tanto es así, que familiares de los residentes han remitido denuncias a la Junta de Andalucía sobre el funcionamiento y las condiciones en las que se presta este servicio, e incluso una de las internas ha escrito una misiva dirigida al presidente autonómico, Manuel Chaves, en la que expresa sin tapujos sus quejas al respecto.

Según las fuentes consultadas, se está produciendo un recorte del gasto en la comida y ello ha dado como consecuencia una merma en la calidad de la misma, y obviamente en la cantidad que se sirve a los ancianos. Esta circunstancia ha propiciado, como explican estas fuentes, que la Junta en tan sólo una semana haya llevado a cabo hasta dos inspecciones en el comedor, con el fin de comprobar si efectivamente el servicio se está viendo resentido. Desde la Administración pública, sin embargo, aseguran que estas revisiones son totalmente rutinarias y que en ningún caso han recibido denuncias o reclamaciones que justifiquen una inspección.

Sea de una forma u otra, lo cierto es que el malestar se palpa en el ambiente, aunque muchos de los mayores prefieren no contar su experiencia o dejar translucir una queja por temor a que les pueda perjudicar en un futuro. «El martes (de hace dos semanas) vinieron los inspectores por aquí, porque han recibido denuncias de que la comida no es buena. Pero ese mismo día hubo otra denuncia de familiares que no se fiaban de esa inspección, porque al ser interna pueden ser parciales. Así que al día siguiente hubo otra. Hasta la gente de la cocina sabe que falta comida, pero nadie se atreve a hablar, y los abuelos no son capaces de decir nada».

Más problemas

Este medio se ha puesto en contacto con Ana, familiar de una de los residentes que durante doce años ha presentado varias denuncias, tanto en Comisaría como en los juzgados, sobre el mal funcionamiento del centro. Ella ha confirmado que «las comidas son de pena», y que existen muchos más problemas en la residencia que nunca han salido a la luz.

«Yo voy un día sí y otro no, y siempre me peleo con el cocinero. Nunca les dan fruta, siempre la misma comida y el mismo postre, pero eso no es lo único, yo he visto de todo allí. Mis denuncias de falta de higiene, de baberos y de pañales llegaron hasta el Defensor del Pueblo Andaluz, y por ello hubo una leve mejoría, pero ahora estamos otra vez igual». Ella fue una de las abanderadas en la lucha por conseguir que la Junta instalara aparatos de aire acondicionado en el inmueble, algo que se logró el pasado año aunque no en todas las plantas. Ana incluso denunció un robo que, sin embargo, nunca pudo ser esclarecido.

«Cada vez ponen menos cantidad de comida -subraya otra persona relacionada con el centro- y eso viene sucediendo desde antes de la crisis. Hay abuelos que se quejan de que pasan hambre, pero hay orden de que no se puede repetir, algo que ha generado numerosas quejas». A pesar de que estas fuentes aseguran que en la residencia «nunca miran por los mayores», la mayoría de éstos no se atreve a expresar abiertamente y de forma oficial su disconformidad, y muchos tampoco cuentan con el respaldo de familiares que puedan velar por sus intereses.

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