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Editorial

Retos de la nueva Alcaldía de Chiclana

Es infrecuente que, apenas un año después de elegirse un alcalde, éste resulte derrotado por una moción de censura. Pero lo anómalo del pacto cuatripartito que dio la Alcaldía de Chiclana a Ernesto Marín (PP), con el apoyo de Izquierda Unida -ésta en contra de su dirección regional-, del PA y del PSA ha dado en este relevo anticipado. El nuevo ayuntamiento, que surge de una alianza de tres partidos, como son PSOE, IU y PSA, devuelve el bastón de mando a los socialistas, que lo detentaron desde los comienzos de la democracia y han tenido en la población uno de sus feudos más señeros. Ya que no puede haber dos mociones de censura en una misma legislatura, pase lo que pase en este pacto, también sui generis aunque menos que el anterior, a José María Román le tocará gobernar Chiclana los tres años que quedan hasta la nueva cita con las urnas. Habrá de hacerlo con algunas lecciones asumidas, porque perder el poder es siempre un aprendizaje, y con varios retos de enorme magnitud por delante. Nada más recobrar su cargo, aseguró que gobernará sin mirar atrás, sin personalismos ni rencores y con el deseo de asociar la normalidad administrativa a su ciudad como gran prioridad.

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El primero de los retos que encontrará será uno de los que dejó pendientes, ordenar el urbanismo y cortar cualquier conato de paralelismo con algunos casos escandalosos en Andalucía. La necesidad de firmeza, transparencia y rigor cobra actualidad en este momento. Si bien es cierto que el Ayuntamiento del PP no ha conseguido involucrar a Román ni a los alcaldes anteriores en ninguno de los supuestos delitos que se les atribuían, no hay más que mirar alrededor para ver que el desorden urbanístico de la población es una realidad tangible. Regular, hacer justicia, despejar cualquier duda es una tarea insoslayable para empezar esta nueva etapa.

Como lo es abordar la crisis económica en que se ha visto sumida la población, hasta ahora tan boyante, arrastrada por la caída de la construcción, sobre todo, y por la previsible bajada del turismo. A Román y su equipo le toca aportar vías de solución, que pasan en buena medida por reactivar proyectos de infraestructuras tan decisivos como el tranvía, la Ronda Oeste o el parque de La Longuera. Es preciso que Chiclana deje atrás esta etapa de incertidumbre, 16 meses de paralización que son un lujo que ninguna población, y menos en el contexto actual de crisis, puede permitirse.