Un PGOU a cuentagotas
El Ayuntamiento de Cádiz adelanta novedades en el urbanismo de la ciudad que, en algún caso, contradicen el avance de ese mismo plan aprobado el año pasado
Actualizado:No deja de ser sorprendente que dos años y medio después de la exposición pública de las principales actuaciones previstas en el nuevo PGOU, empiecen a conocerse ahora nuevas actuaciones, restricciones e incluso objetivos de los que no se sabía nada. Es como si este nuevo plan, filtrado a cuentagotas a lo largo de estos años, se haya ido adaptando a las inquietudes o quejas de cada momento. Desde su primer lanzamiento parece primar más el despliegue publicitario que la discusión de soluciones. Cuando se expuso en el Centro del Palillero, en junio de 2006, la propia alcaldesa señaló «los tres proyectos estrellas» del avance del nuevo plan: Las viviendas entre canales en la Bahía, los terrenos ganados al puerto y la ampliación del paseo Pery Junquera. Los palafitos han ido apareciendo y desapareciendo, según las inclemencias de las críticas. Ahora, cuando parecían en la calma chicha del olvido, vuelven con su amenaza de rellenos en la Bahía. De los otros dos proyectos, no se ha dicho nada ahora. Ese avance no incluía hacer peatonales más calles del casco histórico, una medida que, bien resuelta, es positiva pero para muchos impopular. En clave electoral, el avance se aprobó dos meses antes de las elecciones municipales de 2007. Ahora, cuando parte de la ciudadanía cuestiona el rigor urbanístico del Ayuntamiento, por el caso de los supuestos quioscos en espacios públicos, se adelantan otras novedades amables del PGOU y se anuncia mano dura en el urbanismo.
Algunas contradicciones
Como ejemplo de la adecuación a los tiempos, se anuncia ahora el aumento de la protección a los edificios del movimiento moderno en la ciudad. Es una rectificación positiva con respecto a lo que decía el avance sobre los Catálogos de Protección del Patrimonio ya vigentes, considerados entonces suficientes. Se defendía allí «la conveniencia, no tanto de cambiar el contenido de los Catálogos del plan, como actualizar, completar y poner al día sus ficheros». No deja de ser curioso que la medida se haya decidido incorporar ahora, después de la polémica que afectó al edificio de la Escuela de Náuticas, que la Junta de Andalucía va a mantener finalmente como sede de oficinas. Se aclara que la medida, por supuesto, no afecta al edificio de Aduanas, que el Ayuntamiento quiere tirar.
Más chocante resulta que, a pesar de que el avance proclame la «especialización del suelo productivo», ahora se anuncien viviendas en la Zona Franca, convirtiéndola en un batiburrillo donde parece que cabe todo. Allí se decía que esta Zona Franca es, junto a las zonas portuarias, el único espacio productivo que tiene la ciudad, fuera del que se consiga para parques empresariales o de oficinas. Si se reduce, se limita su crecimiento. Tampoco parece muy civilizado ubicar viviendas junto a un lugar industrial, con importantes ruidos y tráfico pesado.
El eterno problema
Algunas medidas para regular las viviendas parecen razonables, como evitar la proliferación de áticos donde nunca los hubo, desfigurando el atractivo del caserío histórico. Pero esa práctica proteccionista no debería tampoco llevar a la desaparición de los palomares y lavaderos que sí son parte del patrimonio de las azoteas del casco antiguo. Es cuestión de vigilancia. Anunciar ahora la prohibición de cerrar las terrazas, cuando es práctica generalizada pese a que no se puede hacer desde hace años, sólo supone reconocer la propia incapacidad para hacer cumplir esa norma. O, si se quiere, que algunas prohibiciones parecen dictadas sin querer reconocer la realidad del tamaño de la vivienda en Cádiz.
Realmente sorprendente es que se anuncie, como una medida para acabar con los partiditos, la limitación de la construcción de apartamentos. Como si -sólo por cuestión de tamaño- fueran lo mismo. Un partidito es infravivienda, un lugar sin condiciones para vivir; un apartamento, al contrario, suele estar bien dotado. Estas limitaciones ahora anunciadas van, claramente, contra algunos de los objetivos relacionados con la vivienda y aprobados en el avance del plan general. Se defiende la «promoción de estudios y apartamentos para estudiantes en el casco», «promover la construcción de edificios mixtos» con inmuebles de protección para jóvenes y mayores», o mejorar «las condiciones de vida de los mayores, proporcionándoles apartamentos bien dotados». Esos hogares pequeños pueden ser justo el espacio que alguien necesita en un momento determinado de su vida. Las limitaciones a estos inmuebles no tienen en cuenta los cambios de modelos de familia y de convivencia habidos en España en los últimos años. En una quinta parte de los hogares vive una sola persona. En el 45% de las viviendas españolas viven una o dos personas. Cuando el avance reconoce que las necesidades de vivienda varían con la edad y las circunstancias, ahora se cierran a la solución de los apartamentos.
Este goteo incesante de novedades, con correcciones buenas y malas sobre lo anterior, aunque les reporte más tiempo en las noticias, termina por hacer parecer al documento algo provisional. Algo que no ayuda a planificar el futuro de la ciudad.