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Editorial

Frenazo productivo

La reciente comparecencia en el Congreso de EE UU de los tres grandes fabricantes de coches (General Motors, Ford y Chrysler), en la que advirtieron de que la economía se enfrenta a un «colapso catastrófico» si el Gobierno no les otorga 25.000 millones de dólares adicionales en garantías de préstamos, ha constituido la expresión más aguda del declive que soporta uno de los sectores más golpeados por la crisis financiera y la ralentización global de la actividad. La imparable caída de las ventas, que en octubre registró un descenso del 30%, y los problemas derivados de la parálisis crediticia han configurado una coyuntura muy adversa y sin apenas comparación en los últimos 50 años. La producción automovilística tampoco es ajena en Europa a las inéditas condiciones del mercado, que registra una fuerte contracción de la demanda y ha llevado a los empresarios del sector a solicitar de los gobiernos un plan de rescate cifrado en 40.000 millones de euros. En España, el sector está inmerso en un frenazo que podría suponer una pérdida de 300.000 unidades respecto a 2007, a pesar de que el 80% de la producción está dirigida a la exportación y de que los países emergentes todavía mantienen niveles aceptables de consumo. El drástico ajuste en los pedidos ha rebotado además con fuerza en el segmento de las empresas auxiliares, que en pocos meses se han sumado a los recortes de puestos de trabajo, mientras emplazan a las administraciones a promover ayudas que podrían desbordar la limitada disponibilidad de los recursos públicos.

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El plan de reactivación de la economía europea que la Comisión presentará el miércoles y las nuevas iniciativas que formalizará el presidente Rodríguez Zapatero el jueves permitirán calibrar el grado de compromiso que las instituciones están dispuestas a asumir. Pero no sería razonable que empresas cuya viabilidad podría ser cuestionada incluso en las condiciones del mercado anteriores a la desaceleración pretendan recibir un trato equivalente a las más solventes o a las que no han acudido aún a la promoción de expedientes de extinción de empleo.

El sector del automóvil, que en su conjunto está dotado de un notable desarrollo tecnológico y cuenta ya con plantillas muy ajustadas, ha de interiorizar que afronta un duro paréntesis en el que precisará también de una estrategia de racionalización y optimización de la producción.