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La división generada en las filas del partido mina al socialismo francés
Aubry logra el triunfo por sólo 42 votos frente a Royal, que exige una tercera votación la semana próxima
Actualizado: GuardarMartine Aubry ganó en el time-break la final damas del Partido Socialista francés (PS). Pero Ségolène Royal le acusa de haberle robado la victoria y exige que se vuelva a disputar el duelo. El Consejo Nacional, parlamento interno, ejercerá el martes de comité de competición. Los resultados provisionales, comunicados pasadas las cinco de la madrugada de ayer, dan 42 votos de diferencia entre las dos rivales con 134.784 sufragios emitidos. Una nimiedad resumida en cuatro décimas: 50,02% para Aubry; 49,98% para Royal. Un ejercicio consumado de autodestrucción.
El socialista francés es un partido por la mitad. Año y medio después de su tercera derrota consecutiva en las presidenciales, su profunda crisis de orientación política y liderazgo se ofrece en espectáculo exhibicionista de suicidio colectivo. La fractura interna amenaza la propia supervivencia de una formación minada por las luchas de poder fraticidas e incapaz de unir fuerzas en oposición al ejecutivo conservador de Nicolas Sarkozy.
François Hollande, primer secretario saliente tras once años de inmovilismo disgregador, exhortó a las dos candidatas a mantener la sangre fría. «Se sabía que el partido estaría dividido. Pero no hay dos partidos socialistas, sólo uno». Tras juzgar normal que haya contestaciones tras una elección tan apretada, recordó que corresponde al Consejo Nacional convalidar el resultado y decidir si hay que recurrir a otros procedimientos.
Minoría opositora
El problema es que los partidarios de Royal, una coalición de todos los desamparados del aparato, son minoritarios en el parlamento interno, víctimas de una correlación de fuerzas desfavorable de 30%-70%. De ahí que amenacen con acudir hasta los tribunales ordinarios de justicia en caso de que se desestime su exigencia de que sea organizada el jueves una tercera vuelta con garantías de transparencia.
«Ha habido fraude y trampa», acusó el diputado Manuel Valls. «Como hay duda, el único medio de salir de esta situación es que se vuelva a votar», argumentó. En caso contrario, vaticinó que «la fractura será duradera», aunque descartó la idea de una escisión. «Apelo a una revuelta de los militantes», clamó consciente de que su salvación reside en una movilización de las bases.
Los royalistas creen que hubo pucherazo en las federaciones del Norte, la segunda en importancia y bastión de Aubry, y de Sena-Marítimo, plaza fuerte de Laurent Fabius, uno de los muchos barones que la apoyan. Desde el otro bando se replica con sospechas de irregularidades en Delta del Ródano y Hérault, dos feudos de Royal.